CAPÍTULO 19

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VICTORIA

Agosto 7, Washington Estados Unidos.

Me siento sobre la cama con los ojos cerrados, pongo la mano en mi cien que palpita frenéticamente, no quiero abrir los ojos el dolor de cabeza va a terminar matándome.

— ¡Ay! —susurro por el dolor.

Abro los ojos y estoy en completa oscuridad, tiro los pies a la orilla de la cama y toco el suelo frío. ¿Frío? ¿No tengo yo alfombra en mi cuarto? —pienso— me pongo de pie y levanto la cabeza masajeando mi cien con delicadeza.

¿Que me pasó?

Una línea de luz se cuela por las ventanas, pongo ambas manos en mi rostro cubriéndome del sol que entra de lleno al cabo de unos segundos por los grandes ventanales.

¿Ventanales? ¿Donde diablos estoy?

Me alerto, fui una irresponsable al tomar así y...

— ¡Maledizione! —exclamo, cuando el sol golpea mis ojos. (maldición)

— Pensé que era el momento de darte respiración boca a boca o hacerte un RCP. —dice una voz masculina.

Doy una vuelta sobre mis pies y mis ojos caen en el hombre que está sentado en una silla en la esquina de la habitación, tiene el torso desnudo y el cabello revuelto. Bajo la mirada a mi cuerpo por inercia, llevo una camiseta que me tapa hasta las rodillas, y creo que tuvimos sexo.

— ¿Llevas sentado hay toda la noche? —pregunto cerrado los ojos y masajeando mis cienes— ¿Como llegué aquí? —pregunto.

— No, ¿Que esperabas que durmieran en el sofá del salón y te dejara mi cama? —dice serio— ¿No recuerdas nada?

—¿Tuvimos sexo? —pregunto— ¿Que pasó...anoche? —pregunto abriendo los ojos otra vez.

Se pone de pie y camina hacia mi dando largas zancadas, su olor inunda mis fosas nasales, su cuerpo es una bomba de tiempo para mi —Quiero lamerle el pecho— pienso. Cuando finalmente se para frente a mi me siento diminuta.

— ¿No recuerdas nada? —repite, mirándome serio.

No es la primera vez que me pasa algo así, es más bien como la segunda vez que bebo y al otro día tengo lo que se llama un blackout de las horas anteriores, en algún punto del día recuerdo entonces lo que dije o hice.

— Si supiera no estaría preguntando, ¿No crees? —digo levantando la cabeza, sin embargo buscando la respuesta... no quiero que hayamos tenido sexo y yo hubiera estado tan alcoholizada... no así y... no puedo evitar que me brillen los ojos con lagrimas que no suelto pensando en lo irresponsable que fui si tuvimos sexo mientras yo estaba borracha.

— Casi caes en un coma etílico, por tu irresponsabilidad. —se enoja y no deja de mirarme— Yo no soy tu puto niñero Victoria o tu papá. —dice molesto.

—¿Follamos? —pregunto.

— No. No follamos. No estaría contigo mientras estas desmayada de lo borracha que estabas, ni contigo ni con nadie. —truena rabioso.

Pongo una mano en su pecho y doy un paso atrás la cabeza me taladra y el estómago se me encoge a cada nada. Maldita resaca de mierda.

— No me grites. —me quejo tapándome la cara, estoy vulnerable— Tengo claro que no eres mi niñero idiota y Dios me libre a mi o a cualquiera de que seas su padre, le tengo pena a tus futuros retoños. —digo.

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