CAPÍTULO 11

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VICTORIA

Julio 23, 02:38.

Meto el móvil en mi cartera, les dije a las chicas que no me sentía muy bien y que me iba a casa. Igual ni siquiera se dieron cuenta estaban muy borrachas para percatarse de mi partida tan repentina y que no es propia de mi.

Sacudo mi cabeza al ver una gran reja de color negro, mis ojos viajan a Samuel quien oprimió un pequeño botón en su llavero y la reja rápidamente comienza a abrirse sin ningún tipo de ruido.

Estamos en una de las partes más sofisticadas de toda la ciudad, la gran  reja nos abre paso hacia el sofisticado residencial, alrededor hay grandes muros de color blanco, la brisa golpea fuerte y los árboles alrededor se mueven de forma brusca.

Hay varios edificios, todos iguales, altos y sofisticados. Nos adentramos en uno que está al fondo. Por lo que parece ser el aparcadero, hay varios coches deportivos y camionetas. Las luces son de un color blanco que alumbra todo el parqueo.

El coche se estaciona y ambos nos bajamos del deportivo. Cierro la puerta y mis ojos viajan hacia el hombre de ojos azules y cabello azabache. Ninguno dice nada y comenzamos a caminar a través del parqueo, ojeo los coches que nos rodeaban: Cupra Leon Sport Tourer, Mazda MX-5 RF, Porsche, McLaren...

  No pude seguir mirando ya que llegamos a las puertas de un ascensor, un escalofrío recorre mi espalda, aprieto los puños y trago saliva. Una cálida mano toma mi barbilla y me fijo en esos ojos azules que me han comenzado a fascinar ya que dependiendo la situación el tono azul cambia.

Fascinante.

— Vamos. —dice y suelta mi barbilla llevando su mano a la parte baja de mi espalda.

  Entramos en el ascensor y él pone un tipo de código, las puertas se cierran yo muerdo mi labio inferior con fuerza. Cierro los ojos con fuerza y el sabor metálico de la sangre llega  a mis labios.

— Victoria, mírame. —dijo en un tono firme.

El elevador comienza a subir lentamente y maldigo lo alto de los edificios. Trago saliva, sintiendo la punzada en medio de mi estómago y el frío recorrer mi cuerpo.

— Victoria, mírame. —exige.

Abro los ojos, su cuerpo esta a unos cortos centímetros del mío. Sus ojos azules se ven hermosos e hipnotizantes, lo miro y baje la mirada a sus labios que brillaban con una leve capa de saliva.

Sus labios chocan contra los míos y siento como una burbuja se forma a mi alrededor, dejo de pensar y solo me dedico a sentir sus labios en toda su gloria. Su lengua envolviendo la mía con fiereza y deseo que me hace jadear. Mi espalda golpea la pared detrás y paso mis manos por su pecho: duro.

Sus labios abandonan los míos y siento un vacío dentro de mí, giro la cabeza y doy di cuenta de que las puertas del elevador ya se habían abierto. Trago saliva y salgo del ascensor a toda velocidad.

  Rápidamente miro alrededor, un penthouse, —que cliché— los colores van de negro a blanco. Las puertas detrás de mi se cierran y camino un poco más, la sala delante  de mi tiene una gran mesa de vidrio, debajo una alfombra de color blanco, un sofá de color negro oscuro, otro al fondo que cubre cada centímetro de la pared y un gran televisor.

Los ventanales dan una maravillosa vista al bosque detrás del residencial, las copas de los árboles se ven demasiado diminutas y la neblina sobre ellas se ve escalofriante.

TÚ Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora