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La cabeza me estaba a punto de estallar, al igual que mi garganta al tener la sensación de falta de agua

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La cabeza me estaba a punto de estallar, al igual que mi garganta al tener la sensación de falta de agua. Con dificultad abrí mis ojos, encontrándome en la enfermería de Alexandria.

Presione mis manos contra mis ojos, creyendo que nadie estaba a mi al rededor. Hasta que escuche esa mismísima voz.

—Buenos días, bella durmiente— habló el chico nuevo. Voltee a ver en dirección de la puerta, encontrándome con el pelinegro. —te desmayaste y te tuvimos que poner suero.

Una cosa positiva, era el echo de que el no se encontrara solo. Mi amiga Beth estaba a su lado con esa sonrisa tierna y la coleta alta que usa siempre.

—No sé que haces que siempre terminas en la enfermería.

Desde que me ayudó con mi esguince, le a sido de mucha ayuda a Denisse en cuanto se trata de las heridas u otros casos similares.

Frote mis ojos, refunfuñando al sentir un catéter en mi vena —me gusta la mala vida— murmure con tristeza.

—Nos damos cuenta.

—Ellos... ¿ya volvieron?— fue lo primero que pregunte. —¿están bien?

—No... pero no te preocupes, ellos estaran bien.

Trate de levantarme pero estaba demasiado débil y era claro que lo estaría después de los problemas que tuve los últimos días.

Él se fue acercando más hasta sentarse en la banca de al lado, Beth era todo lo contrario; su mano estaba en el pomo de la puerta para irse.

Sentía esa maldita curiosidad por él chico. Una necesidad para saber sobre él y las razones por las cuales este aquí.

—¿Te puedo preguntar algo?— me dirigí al pelinegro.

—Ya lo estas haciendo, pero dime.

—¿Quién eres?

Estaba siendo imprudente, pero le estaba confiando mi vida a un posible asesino o secuestrador.

UNEXPECTED | ENID RHEE Where stories live. Discover now