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Y aquí nos encontrábamos de nuevo, en las afueras de Alexandria esperando a estar todos listos.
Hoy era el día, el día en el que asesinariamos a los salvadores con la información que nos dio un tipo de la comunidad de Jesús. Nos dio lo suficiente para planear todo y no fallar.
Pensaba que no iría, o al menos eso no estaba en mis planes, hasta que Rick me lo pidió y Glenn se opusiera millones de veces.
Claramente, al final termino aceptando.
Rick y los demás no me han visto en acción, solo con los caminantes y la vez que ataque a Jesús, pero eso no es tanto como asegurarse de que soy fuerte. En el fondo sé que lo soy, al igual que Grimes, sino no me dejaría ir a una misión suicida en caso de que las cosas salieran mal.
Me guardé el arma en el bolsillo junto con mi cuchillo que iba a ser necesario para la misión.
Elliot, Beth, Carl, Kala y Enid me miraban desde el porton de nuestra comunidad. Solo podía ver a Beth derramar una lagrima y Elliot consolandola, pues Kate nos acompañaría ya que él es casi igual de fuerte que Daryl, solo que sabe disimularlo.
Divisé como Elliot se acercaba a mí con las manos detrás de la espalda. Le sonreí de lado, aunque no era una sonrisa del todo sincera, sabía que los extrañaría.
—Tortita, cuídate —aunque él intentara disimularlo, en el fondo podía notar su preocupación.
—Lo haré, peliteñido.
Despeino mi cabello a los lados y me dio un beso en la mejilla como solía hacerlo siempre que se despedía de mí. Lo último que logré sentir fue el cuerpo de Beth estampandose con el mío en un abrazo, supongo que corrió para dármelo.
—Por favor, cuídate, no quiero quedarme sin mejor amiga —espetó la rubia con demanda.
Tomó mi rostro entre sus manos, besando mi frente.
Fue imposible no tener un deja vú con Hermione de Harry Potter, justo en el cáliz del fuego.
Asentí, vagando mi mirada hacía el rabillo de su hombro. Enid estaba en la esquina de la cerca, cruzada de brazos y mirándome con un semblante triste, tengo en cuenta que si yo no me acerco, ella no lo haría.
