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Tomé mi libro y escribí rápidamente en él. Tenía privacidad pero debía hacerlo lo antes posible; sabía que desde hace tiempo el escribir no servía de nada y dejo de funcionar, pero no debía perder la esperanza.
Escuché unos ruidos fuera del camper, por lo cual, lo escondí abajo del colchón y fingí demencia...
Rosita entró acompañada de Carol y Tara, las tres me miraron con confusión al ver mi rostro. Fingir demencia no fue buena idea.
—¿Te encuentras bien, Elisa? —observé como Carol tomaba su arma con cautela.
—¡Sí!
No pensaba morir por un balazo en la cabeza, aún sigo vivita después de todo.
Me tranquilice al verlas menos tensas.
Tara se acostó en el colchón y se dejo caer con suma tranquilidad, Carol preparaba algo en la cocina y Rosita me miraba desde el sofá, inspeccionandome.
—Huele demasiado a hierba, Ellie —se quejo Peletier.
—Buena forma para tranquilizar mis nervios.
—¿Nervios, por qué? —dijeron Tara y Rosita al unísono.
—Rick me dijo que podía ir a la guerra solo con la condición que cubriera a todo aquel que estaba baleado. No puedo tomar armas pesadas por mi hombro, pero puedo ayudar.
Las tres se miraron entre sí y la habitación volvió a estar en silencio. Es confuso, creo.
—¿Irás a la guerra? ¿En serio?
—Sí, todo sea por ayudar. Por eso me mantengo con fuerza y vida.
Ninguna estaba convencida de eso, ni yo. Temía que saliera mal y me terminara convirtiendo, pero vamos bien, no me he sentido mal, aún. Lo único que tengo es la preocupación por ese tal Siddiq, no más.
—Perfecto, ya tenemos que irnos.
—Pero... es de noche.
—Sí, debemos volver a Alexandria por los nuestros e irnos a la cueva y al santuario —aclaró Carol —¿Pensabas que ya no iríamos, cierto? —asentí, mostrando el que estaba apenada. —Rick dijo que sería mejor que lo hiciéramos de noche, en cierto punto está bien, pero pueden salir las cosas mal. ¿Estás realmente dispuesta a atenerte a las consecuencias?
