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Y tan solo desearía que todo fuera diferente, que las personas que amo no se fueran de mi vida de una manera tan horrible. Han pasado tan solo dos semanas desde que Ellie murió y nada se siente igual, es como si todo lo lindo que transmitía a la gente, se haya ido con la luz que alumbraba su alma; toda la gente de la comunidad, claramente me refiero a sus amistades y familia, se sienten destrozados que ya nada es igual, es duro verlo de esa manera. Pero lo que más me destroza es Daryl, desde que paso eso, no ha sido igual, no habla, esta distraído y a duras penas aparece por aquí.
Unos asquerosos de mierda nos arrebato a lo que más queríamos, ¿cómo se supone que deberíamos de sentirnos?
Todo con Ellie era color arcoiris, técnicamente igual que la bandera lgbt, pero tomándonos el tema enserió, su compañía me hacía completamente feliz, no había nada mejor que tomarnos fotos con esa vieja camara, jugar juegos de mesa, ir a la cabaña a consumir un poco de droga o tan solo estar a su lado.
Eso era lo mejor de todo, tener su presencia a mí lado sin necesidad de estar haciendo algo. Ella tenía ese poder, ese poder que nadie más lograra obtener ni aunque luche por el.
Tomando mis cosas para subirlas al camión, ya que se supone que hoy sería el nuevo enfrentamiento con los salvadores, justo en una pequeña montaña a un par de horas de la cumbre. Subí todo, sin embargo, me detuve al sentir una mirada a los lejos, y se trataba de la chica nueva, sino mal recuerdo se llama Raquel; desde que está aquí ha hecho hasta lo imposible para acercarse a mí y a mis amigos, obvio Elliot jamás le haría el feo a alguien, pero es un poco enfadosa con aquellas miradas que posee en mí. Me provocan escalofríos.
Suspiré tirando todo para hacer saber mi ira, cosa que funcionó.
No la vi más, así que seguí con lo mío, debía terminar antes que todos para poder guardar las cosas de Ellie en mi caja de recuerdos. En excepción de su ropa, al ponérmela me hace sentirla cerca, junto con su aroma.
Demasiado cursi.
—¿Qué tal? —la voz de Raquel a mis espaldas me sobresalto demasiado, haciéndome tirar los trozos de madera que tenía en mis manos. Ella no se inmutó en ayudarme a recogerlos, no le importaba.
