5. Intercambio justo

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En noche de tormenta y trueno,
nació un príncipe con divinidad.
De astucia probada y  porte bueno,
de planes astutos y mezquindad.
Señor inteligente, sire de la eterna sal.
Brillante niño que, tristemente, acabó mal...

Del libro del Conocimiento, capítulo del Navegante.

Libia no ha salido de sus habitaciones en tres días

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Libia no ha salido de sus habitaciones en tres días. Está volviéndose invisible con una rapidez impactante y estoy preocupada. Luego de nuestra noche en vela, no he visto al rey, algo bueno. Supongo. Ya es bastante alarmante saber que las recámaras privadas de su majestad son varias habitaciones conectadas entre sí, por lo que, en primer lugar es factible escabullirme por el balcón y llenarla de alguna cosa horrible y, en segundo lugar, otra buena razón para no confiarme.

Además, está Anjara y su venenosa lengua.

—¿Qué se supone que debo hacer con usted? —Grita por enésima vez desde que comencé a probarme los vestidos en los que ha trabajado días—. Que los dioses me perdonen pero, no quiero ni verla ahora mismo. Sea normal y disfrute la visita, señorita, en lo que yo comienzo a rellenar el busto de cada vestido. ¿Cómo demonios va a conquistar al rey si no hay diferencia entre su espalda y el pecho? Con razón sigue soltera.

Me gustaría cubrirme los senos con fingida modestia y decirle que no me grite, lástima que el efecto encantador se arruine con la risa que me da que tenga razón. Algo bueno de seguir en orden a Libia: el rey tiene mucho en las manos ahora mismo.

—¿Sabes? Tener pechos grandes solo da problemas de espalda.

Hace un puchero digno de una reina. ¿Ha pensado en casarse con el rey? Sería una tirana maravillosa.

—Largo —.Me arroja un vestido directo a la cara en cuanto trato de responderle.—Visite los salones, los jardines, las reliquias o lo que sea. Diviértete, chica. Estando en el palacio de Isomar, cómo demonios puede quedarse encerrada.

—¿Hay muchas cosas por hacer?

Arroja otro vestido en respuesta aún con cara de haber bebido leche agria. Por supuesto que habrá algo interesante que hacer, cinco mil años de abundancia han hecho a los Soros la familia más rica del Continente y, sin duda, la que tiene más abundancia de mitos en sus paredes.

Momento de explorar.

Hasta el momento solo he recorrido el camino a la planta que ocupan las habitaciones reales, lo que es una parte muy pequeña del palacio. Seguro que entre las paredes enormes y pulcras de blanco marfil hay más secretos de los que mi condado al norte jamás vio.

—Sea una mujer común y haga lo que todas sus antecesoras: visite la biblioteca.

—No me gusta leer.

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