22. Lo que susurran los muertos

48 6 1
                                    

Cuentan un mito las olas, cantan con sabia verdad,
Que una madre llora al niño que se ahoga ya en el mar.
De perlas de cubren de sus ojos, su piel de blanco coral,
de odio se llena su rostro, de olvido su alma mortal...

El Extraño comparte las aberrantes características del señor del Río: guapo, atrayente e indiscutiblemente perverso

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El Extraño comparte las aberrantes características del señor del Río: guapo, atrayente e indiscutiblemente perverso. También es más joven de lo que pensaba. La forma que elige para mostrarse no puede tener más de veinticinco, aunque el ceño fruncido y la mirada cargada de rencor le sume años.

De verdad que me encantaría sentir otra cosa que no fuera curiosidad y miedo, pero diábolo, es difícil dominarse cuando el señor de los muertos te acusa de ser estúpida. ¿Qué ha dicho? ¿No le gusta ser un conejo?

—La has asustado, mi señor—murmura con gracia una voz femenina.

Detrás de él surge lo que considero la criatura más bella de la tierra. Vaya, vaya, vaya. En efecto, al dios de los muertos le gustan las manzanas rojas y las chicas hermosas. Ella es...espectacular. Desde el cabello castaño a la piel pálida y los ojos esmeralda, nada es desagradable a la vista.

—Guau—digo atónita.

La chica suelta una carcajada ligera antes de acercarse y extender la mano.

—So...

—Una bella señorita muerta—finaliza el Extraño por ella—. Cuya identidad no importa porque, ¡Cierto! Estás muerta.

Señorita belleza enarca una ceja con bastante osadía, con la misma expresión que yo le hago a Arián cada vez que dice “futura esposa”.

—Amia—finaliza ella en evidente desafío.

El dios levanta las manos en señal de rendición. Es evidente que esperan que yo reconozca el nombre, pero no, chica. Si supiera de una chica así lo recordaría grabado en fuego.

—¿Lo ves? ¡Muerta!—exclama él.

Ella vuelve a reír aceptando su derrota.

—Sin embargo, discutir si ella es o no memorable no es la cuestión por la que he extendido la invitación a mis dominios, futura sobrina.

Por supuesto que no, cuando el Extraño, el desconocido señor de los muertos, pide tu trasero en Infraterra sólo hay una buena razón: morirás. Pronto. Aunque tampoco es como si yo no supiera eso. Sin embargo, los ahogados van a la Corte del Coral, no al bosque de los susurros, así que estoy intrigada. Me muerdo la lengua para no cabrear al dios, pero nunca he sido buena poniendo límites.

La herencia benignaWhere stories live. Discover now