18. Por la gloria del reino

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El pájaro del invierno sintió el calor del sol y quiso amarlo al instante.

—Quiero abrazarte—gritó al poderoso astro.

—No puedes. Me ves, pero estoy muy lejos de tu alcance.

—Volaré alto. Me esforzaré—prometió el ave sedienta de amor.

—Si lo logras, te quemarás—replicó con fuerza el sol.

—¿Eres el fuego?—cuestionó llena de asombro.

—Aún peor. Soy el rey.

«Asombrosas fábulas sobre amores malditos y cómo evitarlos»
Autor desconocido.

El reflejo que me observa con severidad es demasiado contendiente. Estoy usando una corona. Es de zafiros, azul como el mar profundo. Si bien, es más hermosa que un collar para perros, tiene el mismo simbolismo. Soy del rey, tanto como sus perros de caza. De verdad, quiero estar furiosa, hacer un berrinche que incluso cien años después sigan recordando.

«¿Escuchaste de la señorita Antero?»

Esa chica sería alegre y tendría la piel besada por el sol tan común de la costa.

«Por supuesto. Fue la chica que apuñaló al rey Arián. Casi lo mató.»

Replicaría la otra sirvienta, sin duda, rubia y algo tímida. 

«Lástima que la colgaron.»

«Sí, una pena.»

Mi espectro sería feliz con esa versión de la historia. No pido mucho.

Sin embargo, la chica en el espejo no luce como una libertaria, sino como una monarca. Mejor dicho, la parodia de una reina. Han maquillado mi piel y sombreado mis ojos, me han quitado cualquier defecto que se pudiera eliminar. Nunca he lucido tan hermosa. A su vez, jamás me he sentido tan mal. Así, envuelto en terciopelo azul ultramar y coronado en diamantes y zafiros, es como luciría un réquiem en mi honor. Solemne, majestuoso y jodidamente falso. Es oficial, Arián me ha transformado en una impostora.

La enorme corona de zafiros me está observando con burla desde el tocador. ¿Por qué tiene que ser tan grande y brillante? ¿Por qué la tengo que usar yo? Como si me escuchara, el amasijo de metal lanza un destello violento que lastima mis ojos. Perra.

—¿Señorita?

Mi nueva doncella es una criatura nerviosa. Tiembla la mayor parte del tiempo, aunque es eficiente y callada, algo que me gusta menos de lo que supuse. La boca malvada de Anjara se extraña de vez en cuando.

—¿Un secreto por un secreto?—Murmura distraído mientras avanzamos en medio de la devastación.

—Por supuesto.

—Tú primero.

Sonrío. Mi amado futuro no lo sabe, pero he jugado a las cartas durante el tiempo necesario para aprender a leer hasta la mínima expresión. Su postura grita “desinteresado”, pero la ligera arruga de su boca dice algo opuesto. Está nervioso. Solo debo averiguar por qué.

—Oh, no lo creo. Mi rey tiene mi palabra, jamás podría mentir a su majestad. En cambio, mi futuro esposo me engaña todo el tiempo. Así que tú primero.

La herencia benignaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz