10. La novia de mar

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Piedra que brilla y destruye,
Hecha con fines sangrientos.
De ella, la pálida muerte huye
y se asesinan sin miramientos...

Libro del Conocimiento sobre la perla Taimmar

Después de casi matar al rey, me siento mejor

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Después de casi matar al rey, me siento mejor. Ahora tengo un propósito, algo a lo que puede dirigir mi coraje y sé quién y dónde está mi primer indicio. Ya entiendo el gusto de las anteriores reinas por la biblioteca; el conocimiento por la historia de la familia real es ahora vital. Mi vestido está manchado de sangre, mostrando con claridad el tipo de “conversación” que tuve con Arián, pero no tengo mucho tiempo y no pienso gastarlo en aparentar ser civilizada. Que se pudran las paredes de sal de este palacio, el oro y los cimientos. El país entero se hundirá si el rey muere sin descendencia y, estoy malditamente segura, de que una vez que la centésima reina muera nos espera algo peor. A menos que encuentre la respuesta y rompa la pasarela de las reinas. Libia, yo, o alguna de las últimas debe convertirse en un mito ardiente, vivo y rompe-maldiciones. Y, que la Aurora perdone mi arrogancia, puedo ser yo, o mejor, Libia.

Cuando llego, la biblioteca es igual de silenciosa que la vez pasada. Las estatuas están ahí, bellas y macabras contando leyendas de amores malditos, padres ingratos y promesas rotas. ¿El próximo trozo de mármol contará mi historia o la de otra reina? ¿Seré olvidada? Necesito resolverlo antes de mi boda porque si ocurre...no habrá escapatoria.

Según Anjara, Alexy es un científico loco/bibliotecario. Por la forma en que habla de él, ahí hay una suculenta historia de amor secreto y entiendo por qué. Lo encuentro sentado en el mismo lugar, esta vez sin nada asqueroso y muerto sobre su mesa, cosa que agradezco. Cuando no se inmuta, me doy cuenta de que no me escuchó acercarme.

—¿Algo interesante sobre la sección verde? — saludo algo incómoda con mi aspecto.

Es mezquino pensar en algo así, pero me avergüenza presentarme con un vestido sucio ante el hombre más guapo que me visto en mi vida. Eleva la vista sobre sus gafas y enarca una ceja. La extraña mueca que hace después es bastante aclaratoria sobre lo que piensa en mí en estos momentos. Por cada línea de expresión grita “LOCA”.

—¿Habló con el rey?—murmura despacio.

No hay forma de admitir que apuñalé al único semidios vivo sobre la faz de la tierra. Por la Madre, ¿cuántos dioses están enojados conmigo ahora mismo? Juro que casi hundir al reino fue un error de cálculo. Eso debería contar. 

—Más o menos. Si es tu manera de preguntar si ya sé que la herencia benigna es real, la respuesta es sí. Sí es su sangre, pero no está muerto.

Suspira con satisfacción.

—Eso es bueno. Mi investigación con las ranas no está tan avanzada como para enfrentar un huracán catastrófico.

Su comentario me hace recordar otra gran tontería. Ay, diábole. No sé nadar. Me arrojarán al agua y me hundiré de inmediato. ¿Seguirá en pie la propuesta de irme a mi casa? No, carajo, no. Debo ser positiva.

La herencia benignaWhere stories live. Discover now