25. Las pasiones nocturnas

28 5 0
                                    

Cavé una tumba en el agua,
Quise meterme dentro pero ya estaba ocupada.
Tenía mis sueños, mis pasiones, ya no quedaba lugar.
Ahora vago por la tierra buscando encontrar, al amor que yo perdí,
Al cariño que me quiso matar...

El hombre que no moría”
Canción popular de Mirra.

—¿Cómo fue la visita a la condesa?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Cómo fue la visita a la condesa?

—Al parecer, eres un bastardo.

Arián se encoje de hombros.

—Me han dicho cosas peores. También menos reales.

Achico los ojos tratando de pensar en cuál de las dos versiones es la real. ¿Es hijo de Edelmira o de Dariana Soros? Si su madre era Dariana, ¿Arián fue un obsequio del señor del río o un trato? Y si fue de Edelmira, ¿Por eso una princesa de Soros se casó con un miserable príncipe ladivo? ¿Fue para callarla? ¿Para matarla?

—La condesa dijo que podías ser tanto hijo como sobrino de la reina Dariana. ¿Cuál es la realidad?

Mi futuro marido encuentra intrigantes los puños de su camisa de pronto, quizá meditando cuánta información debería compartir conmigo.

—Hasta dónde sé, mi madre era la reina, aunque Edelmira sí tuvo un hijo que falleció al poco de nacer. Mi tía fue al exilio cuando se descubrió que planeaba un golpe de Estado contra mi madre porque creyó la versión donde yo era su hijo. Si escuchaste el cuento que la señora Vasrik cuenta a mis esposas sabrás que el gran pez sólo quiere causar problemas.

Bufo mientras trato de encontrar el sentido a todo lo que sé. El señor del río hizo un trato con Edelmira, tal vez porque ella creyó que le habían arrebatado a su hijo, que su hermana la odiaba y quería matarla para ocultar semejante secreto. Y luego está la versión de la reina, donde una mujer consumida por su propia infelicidad tiene que lidiar con una hermanita ingenua y fantasiosa que ensucia la honra familiar y se deja manipular. Ve a la hermana desquiciada que amenaza con quitarle a su hijo, ese niño al que parió por deber y para el que tuvo que ir en contra de cada uno de sus anhelos.

—¿El señor del río hizo un trato con alguna de ellas?

La comisura derecha de sus labios de levanta. Apenas.

—Por qué elegir una cuando puedes tenerlas a las dos. Aunque ya hablaremos de eso, primero tienes que ver a tu hermana.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La herencia benignaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora