CAPÍTULO 4

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Encantia.

Cuando el cochero estacionó el carruaje frente al imponente castillo, todos contuvieron el aliento, atentos y ansiosos por saber en qué se habían convertido sus jóvenes altezas. El paje finalmente abrió la puerta y una mano cubierta por un guante blanco fue lo primero en aparecer.

Una joven alta y de cabellos dorados apareció en el panorama de todos, sus ojos avellana brillaban con el sol y la hacían parecer un verdadero ángel. Su rostro era pequeño y delicado, tanto que parecía ser una muñequita de porcelana. Llevaba un vestido verde pálido, ajustado perfectamente a su cintura, separada de la amplia falda por un cinturón con pequeños detalles en dorado.

Acto seguido descendió un joven aún más alto que la princesa anterior, sus cabellos dorados perfectamente peinados hacia tras le daban un aire maduro y seductor, sonrió al ver a la multitud por un momento y se giró hacia el interior del carruaje ofreciendo su mano, la cual fue tomada en seguida. El príncipe abrió espacio para dejar ver una señorita castaña de silueta más pequeña que él, por supuesto, pero de una altura aceptable. El vestido que llevaba era precioso, en tonos lila con una falda vaporosa y su peinado, un moño alto con unos mechones rebeldes acunándole el rostro.

Los tres se colocaron uno al lado de otro, un verdadero deleite para la vista del espectador.

— Por fin, mis niños—el abrazo de la reina los tomó por sorpresa, pero todos correspondieron el gesto con cariño. Cuando se separaron, Miranda apenas y podía contener sus lágrimas —¿cómo estuvo su viaje? —preguntó.

El rey no paraba de observarlos, no le parecían reales.

— Estuvo bien, creo—dijo Sofía, sonriendo divertida

— ¿Bien? Sofía no tienes que encubrir a James—contestó Amber en un tono indignado— Madre debe saber lo que tuvimos que pasar por culpa suya.

— Ya te pedí disculpas millones de veces, Amber, deja pasarlo por el amor de Dios—gimió James con cansancio.

— Pues no es suficiente, hiciste que Sofia se sintiera incómoda casi todo el camino, oh pobrecita— se lamentó la princesa abrazando por los hombros a su hermana menor.

— Está bien, Amber; de verdad no fue nada, Colin es amigo de James y su cochero se extravió—dijo Sofía para tranquilizar a su hermana

— ¿Colin? — preguntó el Rey, uniéndose a la conversación.

— Es un amigo del colegio, padre. Su carruaje no llegó a recogerlo así que le ofrecí el nuestro, ya que su reino queda de paso— explicó el príncipe.

—¿y eso que tiene que ver con Sofía? —cuestionó la reina

— El chico está enamorado de Sofía desde hace años, no paraba de observarla en todo el viaje, verdaderamente una conducta detestable—se quejó Amber.

— Ya veo, pero tal vez a tu hermana le parece agradable el muchacho—insinuó Roland.

—No en realidad—confesó la joven. Sus pensamientos eran ocupados por un solo muchacho desde hace años y definitivamente no era Colin..

— Que alivio—el rey soltó un suspiro.

— Tranquilo, padre, he cuidado de mis hermanas como un caballero— se jactó el príncipe, tranquilizando al rey.

—Muy bien hecho James, no podemos entregar estas joyas tan valiosas a cualquiera—las hermanas se miraron con una expresión de burla. Ambas eran la confidente de la otra, inseparables y cómplices en todas las ocasiones.

—Bien, bien, ustedes dos hombres del castillo, entremos ya, deben estar hambrientos—dijo Miranda.

Todos se dirigieron al gran comedor donde se encontraron un festín a la altura de su recibimiento. Los jóvenes llenaron de abrazos al mayordomo, Baileywick, no recordaba cuando fue la última vez que se sintió tan dichoso.

Sin más la cena de bienvenida dio comienzo. El rey Roland no paró de repetir lo hermosas que se habían vuelto sus dos hijas y lo apuesto que era James, parloteaba de sus logros en el Sarah Lawrence College y cómo se lo presumiría al emperador Quon.

Después de un rato de charla todos se excusaron para retirarse a sus habitaciones, alegando que estaban bastante exhaustos por el largo viaje.

La princesa Sofia entró a su habitación, todo parecía no haber cambiado, sin embargo. Su cama era aún más grande ahora, su sector de juegos había sido sustituido por unas estanterías repletas de libros y en su closet no había más vestidos de niña, si no que ahora eran de acorde a su edad. Sofia rio al darse cuenta de que su madre no se había olvidado de su preferencia al color morado.

Cambió su vestido por un camisón blanco de seda y dispuesta a dormir hasta el medio día se recostó en la cama y cayó en un profundo sueño.








—Princesa, princesa— escuchó una voz pronunciar su nombre.  Sin muchas ganas se levantó de la cama y abrió la puerta, encontrándose con Baileywick que al verla recién levantada se dio la vuelta.

Sofía lo miró extrañada por unos instantes hasta que sus pensamientos se aclararon. Por supuesto, ya no era más una niña, ahora no era bien visto andar en camisón por ahí.

Se volvió a su habitación tomando una bata y colocándosela encima de su ropa de dormir—Ya puedes girarte, Baileywick—dijo.

— Oh sí, perdóneme, alteza, sus padres y hermanos la esperan para desayunar, ¿gusta que llame a su doncella?

—Sí, por favor y dile a mi familia que no tardo— sofia se internó en su habitación a la espera de su doncella, después de unos minutos apareció haciendo una reverencia.

—¿Qué le gustaría ponerse hoy, su alteza? —dijo la doncella acercándose al armario.

— Elige tú, no he visto todos los vestidos, solo que sea algo simple, por favor,

La doncella de nombre, Delia. Eligió un vestido azul marino con detalles en blanco, el cabello de la princesa iba suelto, con una horquilla sosteniendo sus mechones castaños.

Cuando llegó al comedor todos estaban enfrascados en una agradable conversación. James parecía emocionado.

— ¿Qué es lo que pasa, James? —preguntó sofia

—Le voy a decir— mencionó James en tono emocionado

—Que no se te ocurra—dijo Amber dándole un golpe a su hermano— papi le dirá, así que aguántate.

—Papá, ¿puedo? Por favor—suplicó James.

—Claro, James, dile—el rey autorizó al príncipe y este no perdió tiempo en soltarle la noticia a su hermana.

—Prepárate—suspiró emocionado— Papá y mamá organizaron un baile de bienvenida para nosotros mañana en la noche ¿No es genial? Invitó a todos nuestros amigos—finalizó con una sonrisa que derrochaba alegría.

—  Eso es genial, no he visto a mis amigas en mucho tiempo. No pude enviarles muchas cartas—dijo Sofía.

—También vendrá Hugo—dijo Amber, ella sabia del enamoramiento de su hermana hacia el joven, aún cuando no se lo había confesado del todo, para ella era más que obvio.

— ¿A-ah si? Me alegraré de verlo — Sofia no pudo evitar que sus mejillas naturalmente rosas intensificaran su color al escuchar el nombre del joven rey.

James notó el efecto de la mención de Hugo sobre su hermana y algo no le gustó de todo aquello, solo que, no sabía qué. Hace algunos meses había experimentado el mismo sentimiento, y no se sentía cómodo con él. Así decidió ignorarlo una vez más.

—Escuché que es un rey ahora, papi, ¿qué puedes contarnos de eso? —quiso saber Amber, quería indagar lo más posible en las opiniones de las personas acerca del muchacho que ocupaba el corazón de su hermana.

— Es un joven excepcional, desde la muerte del Rey Garrick él se hizo cargo de Albuquerque y debo decir que me impresionó muchísimo—dijo el rey mientras su familia le prestaba toda la atención—Ha llevado a su reino a la grandeza y todo en muy poco tiempo, de hecho, tenemos negocios comerciales con él, así que lo invité al baile—continúo— pensé que no vendría, porque es muy reservado y muy rara vez lo vemos en reuniones sociales, pero sorprendentemente fue el primero en conformar su asistencia.

— ¿Escuchaste Sofía? —susurró Amber para que solo su hermana escuchara—él confirmó en cuanto supo que era por ti.

—Estoy segura de que es por los acuerdos con su reino—contestó Sofia avergonzada. Aunque la sola idea de que Hugo viniera solo para verla a ella hacía que su corazón se acelerara.

—Claro, claro— dijo Amber—debemos buscar un vestido precioso, debes lucirte mañana.

La princesa menor solo sonrió y siguió comiéndose sus panqueques.

Esa noche en su habitación fantaseó con la idea de bailar con Hugo toda la noche, ¿Será guapo? Claro que sí, se contestó, siempre ha sido muy apuesto; ¿Seguirá patinando? Tal vez no, ya no tiene tanto tiempo libre ahora que es rey, recordó. ¿tendrá novia? Rápidamente alejó esos pensamientos de su mente, no quería pensar que eso fuera cierto.

Con nada más que esperanza y emoción, Sofía se dispuso a dormir. Mañana seria un día interesante y lleno de emociones.



N O T A:

¡Cuarto capítulo corregido!

DATO MÉDICO #4:
Supongo que todos alguna vez hemos escuchado "ay es que me salieron piedras en la vesícula", bueno pues en realidad el término correcto sería: "cálculos biliares"

¿Y cómo se forman? Bien, en la vesícula tenemos unas cositas llamadas Micelas, las cuales se forman gracias a la unión de sales biliares + lectina. Estas Micelas solubilizan el colesterol para no sobresaturar la bilis y que no se forme el "Lodo biliar", lo que a su vez forma los cálculos.

Besos, nos leemos pronto
-Yu

DAYLIGHT | 1Where stories live. Discover now