CAPÍTULO 31

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Hugo llevaba gran parte de la mañana concentrado en sus asuntos, ni siquiera se inmutó cuando escuchó golpes en la puerta del despacho. Articuló un sonido que pareció ser un "adelante" y siguió revisando sus pendientes. Esa mañana George le había notificado que había disturbios en las fronteras del sur, aparentemente un grupo de mercenarios estaba haciendo de las suyas.

—¿Necesitas ayuda?—levantó la vista en cuanto la escuchó. Sonrió inevitablemente y negó despacio.

—A menos que puedas estrangular a un ladrón—dijo el rey. Sofía se acercó hasta su escritorio y se acomodó en el sofá frente a él.

—Puedo intentarlo si eso te facilita las cosas—bromeó. Hugo previó que ella buscaba la conversación y también que no había desayunado, dado que podía escucharle las tripas desde su distancia.

—Parece que tienes hambre.

—Pensé que podríamos desayunar aquí, me han advertido que lo prefieres así—propuso ella. El rey frunció el ceño con incredulidad.

—Me lo dijo Cora—explicó antes de que él preguntara.

—¿Quién es Cora?—preguntó todavía incrédulo.

—La chica que te trae el desayuno diariamente—ante la mirada disociada de su esposo continuó—¿De verdad no sabes de quién te hablo?

Él negó con rapidez—Te lo juro, apenas identifico a George y eso porque está todo el tiempo conmigo.

—No está aquí ahora—señaló Sofía al ver la habitación solo para ellos. Hugo alzó en ceja y se aclaró la garganta.

—George—llamó. No tardaron mucho en observar la cara del mayordomo asomarse entre las puertas

—¿Sí, majestad?—preguntó George con inocencia.

—¿Puedes ir a apresurar el desayuno?, ya tenemos bastante apetito—el hombre asintió y dedicándole una sonrisa a la princesa se marchó.

—Es increíble, lo vi apenas hace unos momentos dirigirse a los jardines.

—Puede que se regresara en cuanto te vio, probablemente para enterarse de lo que hablamos— Sí, lo mismo hacia Baileywick con su padre, siempre lo sorprendía pegando la oreja a cualquier puerta que albergara una conversación intrigante.

No tardaron mucho en escuchar unos golpes en la puerta, advirtiéndoles que alguien se acercaba.

Era Cora, quien sostenía una charola repleta de exquisitos platillos. Sofía se relamió los labios con disimulo, estaba realmente hambrienta, pero ni siquiera eso le impidió notar que la chica tenia los ojos llorosos.

No parecía tomarle importancia, pues saludó y comenzó a descargar los platillos sobre la mesita al centro del lugar y algunos platos en el escritorio. Hugo no la miró, había vuelto a su papeleo tan pronto tuvo oportunidad.

—Gracias, Cora—agradeció la princesa. La chica solo le forzó una sonrisa y después se marchó.

Cuando la puerta se cerró no aguantó más y tomó dos uvas del canasto. Se las saboreó ante la atenta mirada de su esposo. Él se aclaró la garganta y volvió la vista a sus pendientes cuando ella lo atrapó mirándola de forma extraña.

—¿La viste?—señaló mientras tomaba otra pieza de fruta. Hugo se encogió de hombros advirtiendo que era ajeno a las conjeturas de Sofía. Ella rodó los ojos—había llorado.

—Tal vez tiene una alergia—teorizó como recurso para satisfacer la conversación de la princesa. Ella negó rápidamente, por años había sido la compañera de su hermana y por supuesto que de eso había salido un gran aprendizaje.

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⏰ Last updated: Sep 10, 2023 ⏰

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