CAPÍTULO 26

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Encantia

Ambos hermanos llevaban bastante tiempo en ese lugar, incapaces de encontrar un buen ejemplar con el que la princesa saciara su curiosidad.

—¿Acaso la biblioteca es igual de limitada que en el palacio?—canturreó con irritabilidad la princesa.

—No es culpa nuestra, ¿cómo iban a saber nuestros antepasados que te casarías con un hombre cuyo título es nada menos que el rey de Albuquerque?—dijo James con indignación.

De pronto se dio cuenta que tenía razón.

—Bueno—trató con de defenderse—de todas formas debería ser más variada.

El príncipe rodó los ojos.

Buscaron en la última estantería del lugar, ¡que Dios lo asistiera si no encontraban nada!, Sofía subió a un banquillo y buscó en la parte superior con sumo cuidado para que no se le pasara ningún libro por revisar.

Por su parte James se colocó a su espalda para prevenir una caída.

—¿Encontraste algo?—preguntó después de varios minutos.

—Sí...bueno, vaya que es algo—susurró la joven.

La ayudó a bajar con cuidado de no dejarla caer y se dirigieron a la mesa extendida por el centro del lugar. En cuanto Sofía volcó el volumen frente a ellos, James frunció el ceño con intriga.

El libro en sí era muy antiguo, demasiado al ver sus hojas delgadas, manchadas y en algunas partes rotas. Leyó con atención el capítulo que había marcado su hermana.

"Enemigos declarados"
—¿Qué significa, James?—su voz sonaba apenas audible y poco estable; por un momento se asustó.

—No- no lo sé—contestó—¿hay algo más?

Sofía dio vuelta a la hoja con cuidado de no estropearla.

—Aquí—señaló James—"Los ejércitos marcharon hasta el campo de batalla, hombres y mujeres por igual. Destinados a morir por su reino y su causa, por el honor y la gloria, por el poder. Encanta no sería más un reino de paz, y Albuquerque no sería más proveedor de tiranía y dolor"

Cuando terminó de leer aquel texto quedaron un completo silencio.

—¿Esto realmente sucedió?, ¿Encantia y Albuquerque eran enemigos?—No podía ser verdad, nada de esto estaba en los textos de historia. Nada relacionado con alguna guerra, de hecho.

—Bueno, debe ser cierto. Pero bien pudieron ocultarlo—teorizó en voz alta el muchacho—de todas formas no importa. No hay leyes actuales que validen algo de esto.

—Tienes razón, no debe porque repercutir ahora—con ese pensamiento y sin ánimos de indagar más se encaminaron a sus habitaciones.

Cuando estaban por despedirse igual que siempre el príncipe habló.

—Tranquila, Sof—hacia tanto tiempo que no la llamaba así, como antes.—nada impedirá que te cases con él, ni siquiera yo.

Después de aquella declaración Sofía supo que lo había recuperado, corrió sin esperar su autorización y lo abrazó, tan fuerte y con tanto sentimiento que le fue imposible no sollozar

James la estrechó contra sí, aguantando sus lagrimas. Había renunciado a ella, la dejaría ser feliz con él. Aunque no formara parte de esa felicidad, la quería ver igual de radiante que siempre. Era momento de verla nuevamente como lo que era, su hermana. Su hermana más amada.

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DAYLIGHT | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora