CAPÍTULO 25

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Faltando solo una semana para el tan esperado día, todo en Albuquerque era un caos, ya que los preparativos se habían trasladado hacia apenas unos días.

La tristeza y felicidad se reflejaban en igual medida entre los familiares de la princesa, pues su hermano más amado no había intercambiado palabras con ella desde aquella cena. Pero tampoco ella había intentado acercarse a él. Atormentada y feliz, vaya combinación.

El príncipe por su parte era una historia muy diferente, él llevaba un poco más allá el duelo interior, sumergido en la bebida y el juego. Apenas se comportaba suficientemente cuerdo a lado de su esposa. La pobre Lady Catherina Baffo, que desdichada.

—Querida, no sabía que seguías despierta—saludó un James ebrio y disociado.

—Estaba a punto de dormir—contestó seria. Inevitablemente lo esperaba siempre, preocupada y enojada consigo misma por rebajarse a esperar a un hombre que no se preocupaba por ella en igual medida.

—Pues entonces te acompaño

James se acercó a ella, lo suficiente como para que torciera el gesto con desagrado al percibir el hedor del alcohol.

—Por favor no—pidió evitándole la mirada—quiero que te duches primero, la tina está llena. El agua está fría pero no será problema para ti.

—No quiero ducharme a esta hora—refunfuñó el príncipe.

—Entonces no dormirás en nuestra cama, apestas horrible—el ultimátum funcionó y pronto el príncipe ya se encontraba sumergido en la tina.

Catherina tomó lugar en la cabecera de la tina y comenzó a frotar su cabello para tratar de quitarle el olor tan desagradable que traía consigo.

—Parece que te tiraron un botella de whisky encima—teorizó ella

James se rió con fuerza, en otro momento se habría reído con él pero estaba molesta así que se limitó a quedarse callada

—Pues sí, me han tirado licor pero no precisamente Whisky—contestó animadamente.

—Tal vez pueda llamar a tu hermana para que nos diga el nombre correcto—repuso ella con cierta ironía.

James abrió la boca, sorprendido y algo serio.

—Discúlpame—dijo ella—Tengo un sentido del humor terrible, es por la hora.

—Me gusta—soltó de repente.

Catherina lo miró y él le pareció ver agradecimiento en su mirada. Se dio cuenta que jamás había analizado sus ojos, eran avellana, como los troncos en el bosque por el que solía pasear.

—¿Tengo algo en el rostro?—se tocó la mejilla con timidez

—Solo miraba tus ojos—dijo él.

—No hay mucho que verles, son de un color muy común.

Su comentario le hizo sonreír.

—Debo decir que discrepo en eso.

Ella se sonrojó y James se dio cuenta que estaba coqueteando con su esposa. ¡Que extraño! Y sin embargo, quizás era lo menos extraño en su vida en estos momentos.

La mayoría del tiempo estaba enojado, malhumorado y grosero con quien se encontraba a su alrededor. No quería hablar con Sofía, se sentía aún más irritable en su presencia y verla tan emocionada con su boda, le enojaba como ninguna otra cosa.

DAYLIGHT | 1Where stories live. Discover now