CAPÍTULO 20

276 32 14
                                    

Albuquerque

Hugo

Estoy rodeado de montañas de papeleo, con mil y un pendientes y no podría estar más dichoso. Pronto iré a hablar con el rey Rolan para pedir un cortejo y después la mano de Sofía.

Cuando regresé del reino de Tangu fui directo a la bóveda real, quería tener en mis manos el anillo que era de mi madre. Una pieza de oro en su circunferencia y un gran zafiro al centro. Ha pertenecido a mi familia desde hace siglos y por fin se lo daré a ella.

Le mandé una carta a Sofía esta mañana, quiero que proponga el momento apropiado para presentarme con su padre.

Apenas han pasado unas horas y ya espero ansioso la respuesta.

.

.

.

.

Encantia.

Sofía

Cuando volvimos al palacio Amber me arrastró directamente a su habitación. No tardó mucho en descifrar lo que ocurrió en el baile. Mi rostro, mi comportamiento y mis suspiros no le pasaron desapercibidos.

—¿Sabes lo que significa?

—¿Que estaremos juntos?—cuestiono como respuesta.

—Que serás una reina, tonta—rueda los ojos mientras me golpea en la cabeza.

Llevo mi mano a la zona que ha golpeado instintivamente.

No lo había pensado, casarme con Hugo significa volverme una reina consorte. Albuquerque es un gran reino ahora, aún más de lo que fue en el pasado. Sin duda una gran responsabilidad caerá sobre mis hombros.

—¿No te emociona? Seremos reinas—mi hermana luce emocionada, siempre ha sido su deseo reinar pero no el mio.

—Yo no nací destinada a reinar, Amber; tú sí—Crecí con la idea que heredaría un ducado igual que James, que seríamos un pilar para Amber y aún así estoy a punto de comprometerme con un rey.

Amber no sabe otra cosa que hacer más que tomar mi mano cariñosamente, gesto que me reconforta.

—Piensa que no te comprometes con un rey, si no, con el muchacho que tú quieres—sonrió inevitablemente.

—Tienes razón, Hugo es a quien quiero, no al rey.

—Entonces solo queda la parte más difícil—se levanta para ponerse frente a mí y tenderme la mano.

La miro desconcertada.

—¿Difícil?

—Hay que decirle a nuestros padres.

Tomo su mano y salimos rumbo a la habitación real. Con los nervios y las dudas, con la emoción y la dicha.

.

.

.

.

Estamos frente a la puerta y no me atrevo a tocar. Los guardias custodios de la puerta nos observan con intención de descifrar nuestros planes.

—¿Quiere que anuncie a sus altezas?—la voz de uno de ellos por fin se atreve a salir. Amber asiente para darle permiso. El guardia toca y entra un momento.

Cuando sale sé que le han dado autorización. Ambos abren las puertas y nos dan paso. Mi hermana me arrastra sin ninguna consideración.

—Sofía quiere decirles algo—giro mi cabeza para mirarle con un gesto de no creer lo que está haciéndome.

DAYLIGHT | 1Where stories live. Discover now