CAPÍTULO 17

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Encantia

—¿Está listo, Sir?—la princesa tomó el brazo de Sir Corlis para avanzar hacía el imponente establecimiento.

Ambos se adentraron rápidamente. La mujer de antes los recibió de forma amable y les comunicó que Lord Ashton estaba libre para recibirlos.

Sofía entró primero, saludó a Lord como correspondía debido a su posición; quien le devolvió el saludo vagamente. Sir Corlis fue un poco mejor recibido, después de todo él contaba con un género mejor aceptado que el de ella.

—Mi hermana y yo le hemos traído lo acordado, mi Lord—La voz de Corlis resonó en la pequeña oficina.

Lord Ashton sonrió.

—Espléndido, les tendré noticias muy pronto.—tomó el saco de monedas y lo guardó rápidamente en su gambeta. Dirigió su vista a los jóvenes y pareció un poco impaciente.

—Pueden irse ahora.—dijo tajante—iré a hablar con Lord Carter esta misma tarde.Ahora si me disculpan...

Caminó con prisa hasta el lugar donde la princesa había tomado asiento.

Tomó a Sofía del brazo con tanta rudeza que Sir Corlis se levantó de un salto. Ella lo miró con tranquilidad y suavemente retiró la mano de Ashton.

—Es mejor irnos ya, hermano.—Se acercó a él y lo tomó del brazo—Esperamos que las noticias sean beneficiosas, mi Lord. Tenga buen día.

—Igualmente Srta. Morris— esperó poco para cerrar la puerta a sus espaldas.

Eso no había salido demasiado bien, pero estaba hecho. Él tenía el dinero y solo restaba esperar un par de días.

—¿Ahora quién estaba a punto de echarlo a perder?—se jactó la princesa.

Sir Corlis frunció el ceño con indignación.

—Disculpe por tratar de defenderla—dijo con sarcasmo—no volveré a cometer tal error.

Sofía se aceró a él con su humor y ánimo desbordante de alegría y golpeó su hombro con fuerza.—Relájese, Sir. El plan va estupendamente.—Sofía le sonrió tan genuinamente a Corlis que él se descolocó

Nunca, en sus 23 años de vida había conocido a una dama como ella. Tan despreocupada, tan inteligente como hermosa. Ni siquiera su prometida Nicoleta había impactado tanto en su mente.

Pero debía establecerse límites. Él solo era un Sir y ella una princesa, no tenía nada en comparación con cualquier hombre de la realeza que la pretendiera. Sin embargo, no pudo evitar pensar en su origen. Era bien sabido por todos que la princesa no era la verdadera hija del rey: y francamente todos parecían olvidarlo. Con solo ver el amor que se profesaban en la familia real, ningún plebeyo o noble hacía énfasis en ello.

Aún así no podría intentar nada. Su orgullo lo privaba por completo de la posibilidad.

Sofía no pareció darse cuenta de todo por lo que él experimentaba en su interior. Ambos estaban esperando al cochero del palacio en el claro del bosque desde hacía ya unos cuantos minutos.

—Princesa yo—Sir Corlis comenzó titubeante. Ella giró su atención a él de inmediato.

—Dígame Sir—su mente se nubló aún más.

Corlis se aclaró la garganta y meditó sus palabras—Gracias por incluirme en esto.

Sofía se sonrojó. Estaba avergonzada pues no había sido ella si no Amber la que recomendó a Sir Corlis para la misión. Sin embargo, no iba a arruinarle su agradecimiento, así que siguió la corriente.

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