La historia es +18, advertencia de contenido adulto, existe la violencia y los escenarios sexuales a medida que avanza la historia. Por favor, leer con discreción.
Todos los personajes en mi historia son
mayores de edad.
❌ QUEDA TERMINANTEMENTE P...
Ya arriba del barco que compró Tartaglia para navegar hacia Inazuma, se encontraban los cuatro, el Fatui, el Arconte, la Viajera y un capitán que contrato el Fatui.
Lumine fue la primera en irse a bañar, ya que ella era la que tardaba menos.
El barco era de madera, se podían escuchar los chirridos del piso mientras caminabas. Cosa que lo ponia un poco nervioso al Fatui. Al estar arriba se puso de mal humor porque no le permitieron comprar el barco Arca de la Perla.
La única luz que existía era la de la luna en conjunto con las estrellas. Navegar de noche era un escenario hermoso.
El Onceavo se dirigió a dónde se encontraba el arconte, que estaba apoyado en sus brazos en las barandas del borde del barco, mirando la luna reflejada en el oscuro mar.
— ¿Ya se te paso el berrinche? — comento el Fatui, apoyado en la baranda de espaldas, cruzado de brazos, mientras miraba al Arconte.
— Espero que no vuelvas a repetir esa insolencia otra vez. — El arconte cambio su tono serio de voz a uno más amistoso. — No hagas que te mande a Snezhnaya.
— Si me voy de Liyue sin tí, me extrañarias y me irías a buscar.
— Tienes razón. Te buscaría.
— ¿Sabes algo Zhongli? — el Fatui se puso en la misma posición que el Arconte, apoyando sus antebrazos en la baranda, mirando al cielo y al mar. — Gracias por darme una oportunidad, debe ser difícil para un Dios confiar en alguien como yo.
— No tienes porqué agradecer, estoy muy gustoso de poder caminar a tu lado.
— Ni mi padre confía tanto en mi como confías tú. — Suspiró con decepción el Fatui.
— ¿Piensas volver a las tierras del hielo para verlo?
— No quiero volver a verlo, solo me interesan mis hermanos y mi madre.
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El viaje fue muy largo para la viajera y para el arconte. Estaban muy ilusionados con llegar a las tierras electro.
En cambio, el Fatui durmió lo más plácidamente. Él solo iba a Inazuma para acompañar a Lumine, no le interesaba nada más.
Esa noche no hubo indicios de tormenta, ni si quiera el viento se hizo presente.
Horas pasaron, y el sol se asomó...
Los tres se acercaron al deck del barco, en la punta de la proa, mientras hablaban de todo un poco.
— ¡Itto y Gorou son dos usuarios de Geo exelentes y formidables! — Lumine estaba contenta por presentarles a todos los amigos que hizo en Inazuma.
— Me haría mucha ilusión sentarme y pasar mi tiempo con ellos junto a una cálida taza de té. — Le contesto el Arconte.
— ¡La casa de Té Komore te va a fascinar, te lo doy por seguro!
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Los tres llegaron a Ritou, se podía escuchar el ruido de los cuervos cantar y de los pétalos de cerezo pasear con el viento.
Lumine y Zhongli adelantaron el paso mientras Tartaglia se quedó con el capitán del barco, pagandole por su servicio y su pasaje de vuelta hacia Liyue.
Para la sorpresa de Lumine, a lo lejos pudo divisar a uno de sus amigos. Estaba dándole de comer a unos perritos y gatitos callejeros que se encontraban hambrientos. No era nada más ni nada menos que el amo de llaves del Clan Kamisato.
— ¡Thoma! — grito Lumine moviendo uno de sus brazos, acercándose al rubik.
Thoma escucho su nombre y levantó la mirada. Al verla, sus ojos brillaron de la sorpresa y su sonrisa dejaba ver una alegría inmensa al ver la salvadora de Inazuma.
El Fatui termino de pagarle al señor del barco y se dirigió a dónde estaban el arconte y la viajera.
— ¡Lumine! ¡Que sorpresa más grande verte por aquí! — Grito Thoma sorprendido.
Corriendo, el se acercó a recibir a la viajera con los brazos abiertos y le proporciono un abrazo tan fuerte que la levanto por el aire.
Y también la tomo del mentón, dándole un fuerte, ruidoso y largo beso en la mejilla, hasta parecía que no quería alejar sus labios del beso que le estaba otorgando.
El Arconte, que ya estaba al lado de Tartaglia, vió de reojo como el Fatui intentaba disimular con una sonrisa falsa todos los celos que lo estaban carcomiendo por dentro al ver que otro hombre tocaba y besaba a la mujer de su vida.
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