𝗖𝗔𝗣. 𝗢𝗡𝗖𝗘

41.1K 2.2K 429
                                    

Adrian Maxwell.


Estaba sentado en el sillón de mi sala, bebiendo lo último que quedaba en mi botella de whisky. Era un idiota y seguramente no cambiaría, pero en el fondo sabía que ella no merecía esto. Yo le había destrozado la vida y me odiaba por eso. Ella me había hablado sobre sus sueños y yo le había hecho creer que quería lo mismo, sabiendo que no era así. Sabía que jamás podría tener hijos con ella.

Pero cuando la conocí, quedé perdidamente enamorado de su sonrisa. Fue increíble conocerla en todos los aspectos, pero yo la cohibí de todo y de todos. La hice mudarse de la ciudad donde creció, la alejé de cualquier persona por miedo, la hice infeliz y apagué su brillo. Y ahora estaba sola, rodeada de desconocidos y me odiaba. Tenía muchas razones para hacerlo y lo peor de todo es que nunca me había sentido arrepentido de haber hecho lo que hice, hasta que leyó todos mis mensajes y vi a Andrea entrar a la habitación del hospital.

—Adrián.

—¿Sí?

—La zorra está a punto de parir, no creo que aguante una semana más —dijo Damián.

—Todavía no es tiempo, tiene que seguir con el bebé dentro —respondí molesto.

—Se niega a seguir con el plan, se está encariñando con la cría —explicó él.

Un problema más.

—Está bien, si se sale de control... sabes qué hacer con ella, mientras tanto, sigue cuidando de ella.

—Es una maldita glotona, me dejará sin comida —gruñó.

Ha estado comiendo más de lo habitual, cada vez más exigente con el menú de postres.

Tomé mi cartera en busca de billetes y se los lancé a la cara.

—Eres un tacaño de mierda, Dam. Lárgate.

Mis negocios iban bien, todo de acuerdo al plan, excepto Loren y Andrea, que no dejaban de joderme: me tentaban a pegarle un tiro directo a su frente.

—Deberías acabar con el drama y contarle todo a Loren, ella está sufriendo mucho —murmuró el castaño.

—No puedo, no aún, me odiará más si intento explicarle —suspiré—. Hallaré la manera de hablar con ella sin gritos y esas mierdas —afirmé luego de dar el último sorbo a mi vaso.

—Te recuerdo que no tiene automóvil y su turno termina en una hora —inquirió divertido.

«¿Una hora? Santa mierda, qué rápido pasó el tiempo».

—Uhmm, pensé que su pasantía había terminado hace más de una semana…

—Oí rumores de que le ofrecieron una buena oferta de trabajo en otra ciudad, aunque no sé si la haya aceptado.

La furia comenzó a crecer dentro de mí e inevitablemente arrojé la botella de whisky en su dirección.

—¡¿Por qué no me lo dijiste antes?! —exigí una respuesta.

—¡Cálmate, hombre! Me enteré hace horas, antes de que terminara mi turno —explicó temeroso.

—Esta mañana hablé con ella.

RESPUESTAS SIN SALIDA [NUEVA VERSIÓN]Where stories live. Discover now