𝗖𝗔𝗣. 𝗧𝗥𝗘𝗜𝗡𝗧𝗔 𝗬 𝗧𝗥𝗘𝗦

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Adrián maxwell.

Mis emociones reprimidas se intensificaban cada vez que estaba cerca de ella, incluso las más carnales, pero no iba a forzarla a estar conmigo si realmente no lo deseaba, como ella misma dejó claro en sus propias palabras. Tal vez todo lo que dije días antes sobre Andrea solo la había alejado aún más.

Desde entonces evitaba hablarme y procuraba no cruzar miradas, incluso optó por dormir en otra habitación. No protesté; no quería continuar con las peleas, temiendo que acabaran por extinguir la única chispa de esperanza que aún mantenía.

Me propuse buscar a Andrea. Necesitaba saber qué había soltado y obtener toda la verdad de su parte.

—¿Señor? ¿Hoy tuvo descanso? —preguntó Giovanna con kaleb en los brazos.

—Hoy decidí tomarme el día libre. Iré personalmente por Loren.

No me gustaba ese Charles con cara de Ken barato y pecho inflado. Empezaba a molestarme su interés por ella, como si tratara de captar su atención de alguna manera. Seguí bebiendo mi whisky en completa calma. Todavía faltaban veinte minutos para que terminara su entrenamiento de hoy, y el gimnasio del necesitado de amor estaba cerca. Sabía que Loren no le prestaría atención, pero quería dejarle claro que mientras se mantuviera alejada del loco del hospital, todo estaría bien. Ella era mía, hasta que uno de los dos muriera.

La vida ya me había quitado todo lo que alguna vez amé, pero ella no se iría de mi lado. No me importaba cuántas pastillas tendría que hacerle tomar para que olvidara sus recuerdos más profundos. Estaba desquiciado por tratar de manipular su mente, pero ella era la única persona que aún mostraba compasión por mí, y pensaba aprovecharlo al máximo.

Al llegar, me estacioné en uno de los lugares principales y, por los espejos, pude verla con ese gusano que la tomaba del brazo para darle instrucciones. Últimamente había estado perdiendo peso, lo que la hacía aún más atractiva para cualquier animal, y ese Charles no era la maldita excepción.

Loren era idéntica a ella: su sonrisa, sus ojos preciosos, su dulce voz y su manera de ver la vida, siempre tratando de ser paciente. Sin duda, me había convertido en lo que tanto odiaba. Verla a ella era como ver a mamá y sentir que, de algún modo, aún seguía conmigo.

Era perverso lo que sentía, pero desde que la vi por primera vez, algo dentro de mí se sintió seguro y protegido. Después de besarla por sorpresa, decidí no cumplir las órdenes de él. Traté de alejarme de su juego, comenzar una nueva vida desde cero en otra ciudad para que no me encontrara. Incluso cambié mi nombre. Pero nada sirvió; me encontró y tuve que volver a jugar.

Trabajar para él no era algo que quisiera, pero al menos así no tendría el miedo de que descubriera quién era realmente ella. Él no perdonaba las traiciones. Cuando descubrió a mamá con otro hombre, no lo soportó. No le importó dejar huérfana a Helen con tan solo cuatro años.

El recuerdo de esa noche seguía persiguiéndome. La sangre, los gritos, el cuerpo inerte, solo tenía doce y... todo seguía grabado en mi memoria como una maldición eterna. Desde entonces, supe que no habría escapatoria real. Él siempre encontraba la manera de recuperar lo que creía suyo.

Cuando vi a Helen, fue como una segunda oportunidad. Una oportunidad para proteger lo que una vez me fue arrebatado. A pesar de lo retorcido de mis sentimientos, su presencia me daba una extraña sensación de seguridad. Era mi ancla en un mundo de caos.

Miré el reloj. Quedaban diez minutos para que terminara su entrenamiento. Charles estaba demasiado cerca de ella, demasiado confiado. No podía permitir que él se acercara másl.

RESPUESTAS SIN SALIDA [NUEVA VERSIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora