𝗜𝗡𝗧𝗥𝗢

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Loren Philips.



16/06/16


Terminé de envolverme en un saco ligero, de un morado suave que era mi preferido. Apenas rozaban las ocho en punto, dejándome suficiente espacio para saborear mi desayuno sin prisas. Al alzar la vista, mi atención se posó en el test de embarazo sobre la cómoda, un suspiro de nostalgia escapó de mis labios al recordar los acontecimientos de la noche anterior mientras enganchaba mis pendientes en forma de estrellas.

El chirrido de la puerta de la habitación me hizo pegar un brinco, siempre con sus juegos, Adrián. Me observó con una sonrisa maliciosa al avanzar hacia mí, perfectamente arreglado para su jornada en la oficina, pero algo en su postura denotaba tensión.

—¿Sucede algo? —pregunté mientras sentía sus brazos rodear mi cintura.

—Te he preparado el desayuno, vamos —desvió mi pregunta y me tomó de la mano.

Una inquietud inexplicable se apoderó de mí, preguntándome cómo podía estar tan calmado después de todo lo que me había dicho la noche anterior. Pensé que todo quedaría en un simple arrebato de furia.

Descendimos las escaleras en silencio, aún entrelazados de la mano. Tal vez debíamos retomar la conversación sobre el embarazo, pero no era el momento adecuado. Aun así, anhelaba que él se disculpara por haberme hecho llorar toda la noche; la tristeza aún me envolvía.

Era consciente de que él era bastante orgulloso y rara vez se disculpaba con nadie, pero sabía que tendría que hacerlo de todos modos. Mis sentimientos importaban, también importaban.

—Huele muy bien —comenté al entrar a la cocina mientras aspiraba el aroma dulce, similar al de unos hot cakes recién hechos.

No podía negar su habilidad en la cocina, al igual que en otros aspectos de su vida. Era perfeccionista hasta la médula y competitivo, características que, de alguna manera, me atraían.

—Hice hot cakes, tus favoritos, cielo —confirmó mis sospechas al abrazarme por la espalda.

La sensación de alivio me hizo sonreír. Esta era su manera de pedir disculpas, los actos de servicio y regalos, pero deseaba escuchar de su boca que estábamos bien, que nuestro matrimonio estaba bien.

—Gracias, tesoro —dije, apretando sus brazos alrededor de mi cintura.

Amaba su forma de expresar su amor, silenciosa pero asertiva.

Me acerqué a la parte interna de la cocina para tomar los platos, ya que él había preparado el desayuno y no quería ser aprovechada, pero rápidamente me apartó, diciéndome que me fuera a sentar, esta vez él serviría. Sin más, me dirigí al comedor, donde ya estaba mi café en la mesa, algo que me tomó por sorpresa, ya que siempre lo preparaba yo misma, pues también me gustaba cocinar, incluso más que él. Este gesto me hizo sentir que efectivamente quería arreglar las cosas conmigo.

—¿Quieres miel de abejas o prefieres dulce de cacao? —preguntó él con los platos en las manos.

Enseguida saboreé con la mirada mi plato, el cual parecía más generosamente servido que el suyo.

—Miel de abejas —respondí.

Él acarició mi cabello después de colocar el plato frente a mí, le agradecí y me pasó el frasco algo pesado.

—¿No quisiste tomar café hoy?

—Hoy no, la cafeína no es muy buena en el embarazo —informé mientras vertía un poco de miel en mis esponjosos hot cakes.

RESPUESTAS SIN SALIDA [NUEVA VERSIÓN]Where stories live. Discover now