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Su madre era una mujer de familia extranjera, nacida y criada en Japón. Nunca conoció a su padre.
Cuando se embarazó a los 17 años de un hombre de 25, sintió que el mundo se le vendría abajo al enterarse que él se deslindaría de la responsabilidad, aún así, cuando su pequeña nació, trabajó para ella y su hija, fue así durante varios años, hasta que él volvió.
Juró que había cambiado, repentinamente su instinto paternal había surgido y quería cuidar de su hija, la cual ahora tenía 9 años, la pequeña tenía el cabello rojo ondulado y los ojos esmeralda, exactamente igual que su madre.
Lorna también había crecido sin un padre, sabía lo difícil que sería para su pequeña hija sufrir el rechazo social y la falta de afecto paterno. Habría dado lo que sea por tener un padre que la orientara y defendiera al conocer al padre de su hija.
—Por favor Lorna, te juro que estoy arrepentido. Todo este tiempo solo me ha hecho pensar en el daño que les hice y en lo mucho que te amo, por favor, no alejes a la niña de mí —el hombre estaba en el suelo de rodillas, sus ojos estaban rojos y completamente llenos de lágrimas al igual que los de ella. ¿Y si realmente había cambiado?
Dudó por unos segundos pero finalmente decidió perdonarlo, su hija necesitaba un padre, alguien que las protegiera...
Él siempre era amable y se preocupaba por ambas, salía del "trabajo" solo para consentirlas, hasta que las cosas cambiaron de un día para otro.
Dos meses después de que él llegara a vivir con ellas, llegó alcoholizado a la casa cerca de las 2 am, la mujer estaba preocupada de que algo le hubiese pasado, pero al verlo entrar por la puerta con la ropa mal acomodada y en estado de ebriedad, comprendió que había pasado todo lo contrario.
—Dijiste que habías cambiado. Eres un desgraciado, quiero que te vayas de mi casa, no quiero verte nunca más cerca de mí y de mi hija —gritó la mujer desesperada con el rostro rojo y lágrimas escurriendo por sus mejillas.
El hombre quien se mantenía con la cabeza baja desde que llegó, alzó por fin la vista, encontrándose con los ojos esmeralda de la mujer.
—Lorna, Lorna —suspiró—. ¿En serio creíste que volví por que realmente las quería? Esa niña y tú solo son un estorbo. ¿Recuerdas a Patrick? —preguntó con una asquerosa sonrisa en su rostro, la cual antes le habría parecido la más encantadora y perfecta que podía existir.
—Por supuesto que lo recuerdo —rió con amargura.
Patrick era un amigo que ambos tenían en común, por el cuál se habían conocido tiempo atrás. Él era dueño de un prostíbulo a las afueras de la ciudad, por lo que no desaprovechó la oportunidad de invitar a Lorna a trabajar con él, ya que la consideraba "exótica". Al haber recibido varias invitaciones de su parte, aún luego de haber dicho que NO quería trabajar con él, decidió terminar su amistad.
