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—¿Así que fue él quien te adoptó? —preguntó como si no creyera las palabras que salían de su propia boca.
—Si, el día del atentado, el señor Volkov me dijo que volvería por mí.
Draken la miró, ¿por qué no se lo dijo en ese momento?
—Sabes a lo que se dedica, ¿no? —cuestionó la pelirroja—. Ahora hago exactamente lo mismo que él —su mirada estaba en el piso—. Crecí con resentimiento hacia mi madre por haberme abandonado y la culpé por todo lo que me pasó. Cuando cumplí 15 años, decidí buscarla, el señor Volkov me ayudó. Encontraron a Patrick fácilmente, después de darle una golpiza confesó que mi mamá nunca me abandonó, mi padre la vendió al igual que a mí. Le hizo creer que si no aceptaba ser vendida, me vendería a mí, ella aceptó para que no me hicieran daño... —sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, el pelinegro la observó y se acercó rápidamente a ella para abrazarla.
—Está bien —sobó su espalda tratando de tranquilizarla.
—Lo encontramos en unos días —habló ella luego de unos segundos en silencio—. Estaba viviendo en un barrio de mala muerte, supongo que vendió la casa de mamá. Mi padre envío a gente por él, para llevarlo a Rusia ya que nosotros no podíamos venir aquí. Cuando lo confronté, él no parecía arrepentido, lo golpeé hasta cansarme, esperé siquiera una disculpa, pero no la conseguí. Siguió insultando a mí madre aún después de todo, así que saqué un arma... y le dí tres tiros en la cabeza. Él fue a la primer persona que maté —finalmente levantó la vista del suelo y la posó sobre los ojos del peli negro—. Sé que estuvo mal, pero no me arrepiento. Lo haría las veces que fueran necesarias... y-yo...
—No tienes que darme explicaciones. Yo no soy nadie para juzgarte —acercó su rostro al de ella y acarició su cabello secando sus lágrimas.
Sus rostros estaban cada vez más cerca, ambos podían sentir la respiración del otro, sabían lo que pasaría, aún así ninguno planeaba evitarlo.
Antes de que pudieran juntar sus labios, la puerta fue abierta repentinamente, por donde entró Serguéi, quien observó la escena bastante extrañado.
—Lamento la interrupción —se disculpó con seriedad—. Sarka, es un poco tarde, ¿no crees que es hora de irnos? —preguntó con la mano izquierda dentro de su bolsillo, mientas se acomodaba el semi largo cabello castaño con la otra.
La pelirroja observó a Serguéi mientras hablaba, para luego asentir como respuesta a su pregunta.
—Ken, es hora de irme. Lamento las molestias —musitó volteando su rostro hacia el del chico.
—No fue ninguna molestia. Cuando tengas la posibilidad, ven a visitarme nuevamente —pidió con una sonrisa tierna y con las mejillas ligeramente rosadas, logrando sacar una leve sonrisa de la contraria.
