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—Serguéi, necesito que le digas a Kirda que se encargue de las próximas reuniones con Bonten y los cargamentos que mandarán en algunas semanas —entrecerró los ojos mirando su computadora, estaba leyendo algo que parecía importante—. Tú te encargarás de buscar información sobre las personas que atacaron a Ken.
Se levantó de su cama, dejando la laptop de lado.
—Iré al taller, tal vez alguien de los alrededores vio algo.
Serguéi se quedó en casa, revisando el inventario que tenían para esa semana y la próxima. Apoyaría a Sarka en todo lo que surgiera, pero no iba a dejarle todo a Kirda. Repartiría su tiempo para sobrellevar ambos cargos.
Cuando Sarka llegó al taller observó el lugar con atención. Habían algunos otros locales también, luego de ver a Inui, preguntaría en esos lugares si alguien había visto algo.
Caminó hacia la entrada del local de Draken e Inui y pudo ver a este último sentado en el suelo, arreglando una motocicleta.
—¿Puedo pasar? —preguntó antes de cruzar la puerta de entrada.
—Claro que si —sonrió sin mucho ánimo.
—¿Cómo están llendo las cosas por aquí? —se acercó hacia donde él estaba, observando lo que hacía.
—Como normalmente lo hacían, solo que el trabajo se me acumula por montones —suspiró—. Estoy tratando de repartir el tiempo entre realizar los trabajos del taller, ir a revisar las cosas en los otros locales, hacer pedidos de piezas faltantes y además lidiar con los problemas que llegan a surgir con los clientes... —mencionó apartando la vista de la motocicleta, observando el suelo.
Sarka no supo que contestar, solo sobó la espalda del chico tratando de consolarlo.
—Solo pasé para saludarte, creo que es hora de marcharme.
—¿Ya te vas? —preguntó por el corto tiempo que había pasado ahí.
—Si. Vine a ver si alguien había visto algo el día que lastimaron a Ken. ¿Tú no has preguntado nada a las personas de los alrededores? —cuestionó ella.
—No —negó con confusión—. No se me había ocurrido.
Salió del taller luego de despedirse de Inui, dirigiéndose a una tienda de conveniencia.
Al entrar, observó a una mujer de avanzada edad en el mostrador.
—Buenos días —saludó Sarka con cordialidad—. Disculpe, quisiera hacerle unas preguntas —se posicionó frente a la barra de la tienda.
