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Los rayos de sol que entraban por la ventana daban directamente en el rostro de Sarka, lo cual provocó que su cómoda hora de sueño terminara.
Al abrir los ojos su vista recorrió el lugar donde se encontraba, tras mirar por un par de minutos un punto fijo, recordó el día anterior, dónde tanto ella como Rindou habían abierto su corazón el uno al otro.
Giró su vista hacia su costado y pudo observar al de cabello violaceo acostado a unos metros de ella sobre el largo sofá que estaba frente a la ventana de la biblioteca. El sol también molestaba su rostro, por lo que se movía inconscientemente tratando de huir de él.
Cuando giró su rostro hacia ella, aún dormido, pudo observarlo con más claridad, tenía la boca ligeramente abierta, su cabello se veía brillante al tener la luz solar sobre él y hacía ligeras muecas de incomodidad por el sol en su cara.
Sarka se levantó del sofá, discutiendo mentalmente con ella misma si debería despertarlo o dejarlo continuar con su descanso. Finalmente se decidió por despertarlo, el reloj en la pared marcaba las 9:22 am, tal vez si sus compañeros no lo encontraban podía meterse en problemas.
Se acercó a él y movió sutilmente su hombro para despertarlo, luego de insistir varias veces, los ojos de Rindou se abrieron delicadamente, parpadeando repetidamente, tratando de acostumbrarse a la luz que ahora impactaba directamente en sus ojos.
—Buenos días —sonrió Sarka con algo de vergüenza—. Es un poco tarde, creo que deberíamos bajar, tal vez tú hermano esté buscándote.
Rindou solo escuchó lo que decía, asintiendo a lo que escuchaba. Se levantó y frotó sus ojos con el dorso de su mano.
Ambos salieron del lugar sin decir una palabra. Al bajar las escaleras pudieron observar a Serguéi sentado en la sala, mirando la televisión y a unos metros estaban Sanzu y Kokonoi, quienes los observaron con caras intrigadas, la cara del peli rosa no tenía comparación.
—¿Buenos días? —saludó Koko confundido, alternando la vista entre ambos.
Serguéi sólo miró a la chica terminar de bajar las escaleras y le sonrió con dulzura.
—Buenos días —respondió Sarka sonriendo con amabilidad, llendo directamente a la cocina.
Al entrar a la cocina, sirvió agua en un vaso y buscó una caja de pastillas que se encontraba en uno de los estantes, la cual le ayudaría a disminuir el dolor de cabeza que tenía.
