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Hacía dos meses que la pequeña pelirroja había llegado al burdel, el cual sería su casa por tiempo indefinido.
Desde hace un par de semanas estaba recibiendo constantes visitas del médico, era extraño por que ella se sentía muy bien.
—¡Ken! —gritó ella lanzándose hacia el niño que recién llegado que cruzaba la puerta—. El doctor vino otra vez, cuando salió le dijo a Patrick algo raro, dijo que me prepararían para algo, pero no sé que es, ¿crees que sea algo malo? —lo miró con curiosidad.
Él solo arrugó la frente al escucharla, recordaba haber visto a todas las otras chicas en estado de reposo y siendo visitadas más continuamente por el medico luego de ser "preparadas" al poco tiempo de llegar al burdel. No sabía que era lo que les pasaba exactamente, pero luego de algunas semanas ellas ya estaban trabajando nuevamente como si nada hubiera pasado.
—No lo sé Oyuki, las demás también han pasado por eso luego de comenzar a trabajar aquí —respondió y se sentó en la cama donde la pequeña dormía.
—Entonces no creo que sea algo malo —sonrió lanzándose a la cama junto a él—. Estoy aburrida, ¿podemos ir a algún lado? —susurró lo último mirando hacia la puerta asegurándose de que nadie la escuchara.
—¿A dónde quieres ir? —preguntó levantándose de la cama.
—Al parque —se levantó tras él.
Draken había hecho un pequeño hueco en una de las paredes externas del lugar, por el cuál se escapaba sin permiso y sin ser visto cuando era castigado. Fue por ahí por dónde solía salir junto a la pelirroja.
El parque estaba a unas calles de ahí, por lo que llegaban en menos de 5 minutos.
—¡Mira Ken, hay flores nuevas! —gritó la pequeña con emoción al ver el pedazo de tierra que antes estaba vacío, ahora lleno de flores preciosas—. ¿Cuál crees que sea su nombre? —preguntó sentándose en el suelo, admirando con delicadeza las flores.
—Son Tulipanes —contestó sentándose en un columpio a un costado de donde se encontraban las flores.
—¿Tulipanes? Cuando me case quiero que todo esté lleno de tulipanes, son preciosos —aseguró sin despegar la vista de ellos.
—¿Casarte?, eso es muy tonto. ¿Por qué querrías casarte? —frunció el entrecejo dejando de columpiarse.
—Mi mamá decía que es muy lindo casarte cuando encuentras a una persona que te quiere tanto como tú a ella —repentinamente su sonrisa despareció—. Siempre lo decía, pero ella no tenía a nadie, cuando le pregunté por qué, dijo que no necesitaba a nadie más porque ya me tenía a mí... ¿Entonces por qué me dejó? —su voz sonó entrecortada y de sus ojos brotaban lágrimas incontenibles.
