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La cara de Rindou era de confusión y molestia. ¿Realmente le estaba pidiéndo eso?
—Por supuesto que no. Estás completamente loca si crees que voy a hacerlo —estaba comenzando a llenarse de rabia cada vez más.
—Sabes que fue tu culpa. Debes responsabilizarte de tus acciones —mintió apartando las lágrimas que bajaban por su rostro para enseguida ser reemplazadas por más.
Sarka observaba la discusión desde su lugar, no sabía si interferir o quedarse callada. El cinismo de la rubia también estaba comenzando a irritarla. Bajó del lavamanos terminando de acomodar su vestido, llamando la atención de Rindou cuando sintió que se alejó.
—¿Vas a irte? —preguntó algo preocupado al ver como se arreglaba el cabello y el labial frente al espejo.
—Claro que no, es solo que esa posición era bastante incómoda —le dio una pequeña sonrisa.
Al terminar se giró mirando hacia Agatha con un semblante serio.
—¿Terminaste? —preguntó Sarka cuando la chica se quedó en silencio, al ver que Rindou no diría nada decidió hablar.
Los ojos de la rubia se posaron en ella, mirándola con desagrado.
—Esto no es de tu incumbencia —sentenció con ira—. ¿Crees que por acostarte con ellos eres mejor que yo? —sonrió con superioridad—. Yo fuí la primer mujer de Ran Haitani, a quien él más amó y puedo apostar lo que sea a que él aún me sigue amando.
¿Ella en serio pensaba que se estaba acostando con los dos?
La pelirroja caminó hacia Agatha tomándola por sorpresa. Se inclinó hasta su oído y susurró algunas cosas que fue imposible escuchar para Rindou.
La cara de la rubia palideció.
Sarka se alejó de ella mirándola fijamente para después hablar.
—Vamos —ordenó sin despegar sus ojos de los de Agatha, quien dio media vuelta y comenzó a caminar de regreso a la mesa con preocupación.
—¿Qué le dijiste? —preguntó Rindou caminando hasta llegar a ella.
—Sé que no es un tema que me incumba, pero no pude quedarme sin hacer nada. Sé lo mucho que este tema te afecta —colocó ambas manos sobre las mejillas de Rindou acariciándolas gentilmente—. Solo le pedí que dijera la verdad —sonrió mientras comenzaba a caminar fuera del baño sosteniendo la mano de Rindou, quien caminaba tras ella.
