Prólogo

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Años atrás Escocia 1830

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Años atrás Escocia 1830....

¡Deja de huir! - corrió tras la mujer - ¡maldita estúpida!, sabía que estaba débil después de todo le acaba de dar una fuerte paliza cuando tuvo el maldito descaro de negarse a servir a sus invitados, todo por ir a cuidar a su hermana, que le importaba aquella maldita moribunda, él la detestaba tan cual detestaba a la que era su esposa, la vio ingresar a una habitación y comenzó a golpear y patear la puerta - ¡Abre maldita zorra! – golpeo más fuerte aun la puerta - ¡te matare a golpes! – se rio como un desquiciado – te matare y nadie te llorara, a nadie le importas, eres una pobre estúpida – golpeo la puerta aún más - eres desagradable, horrible, eres tan poca cosa – rio como un demente fuera de si – si hoy murieses podría tirar tu maldito cuerpo a los perros – sonrio lleno de maldad – quizás después de todo para algo sirvas – volvió a patear la puerta y esta no cedía, soltó miles de groserías peor que un marinero - ¡te matare! ¡sino me obedeces te matare!

Estaba apoyada en un rincón de aquella oscura habitación, el olor a humedad y moho era fuerte, tenía tanto miedo tanto, pero tanto miedo que no era capaz de pensar, no supo cómo fue capaz de huir y mucho menos de correr lejos de él, se mordió los labios para tragarse el llanto y pudo saborear algo metálico y un fuerte olor le lleno los pulmones, era el olor de su propia sangre, esta vez no solo fueron golpes de puños, estaba vez se ensaño con ella, la golpeo con una fusta sin siquiera ver por donde caían los golpes, siempre había tenido cuidado de nunca dejar una huella visible de los golpes que le daba por los invitados que siempre tenía en la casa, después de todo él era el heredero al Condado MacRury, era el hijo mayor de un conocido Laird, de una familia respetable y admirada en escocia y ella tan solo era un mujer, una miembro de aquel clan en donde conoció el infierno, pensó que sería feliz que tendría una familia, hijos a los que amar, pero no obtuvo nada, tan solo dolor y soledad – quizás morir no sea tan malo, mi dolor acabaría y mi miserable vida serviría para darle de comer a aquellos perros que menciono su esposo – se pego a la pared, en un rincón de aquella habitación, sus piernas ya no eran capaces de sostenerla y la vista se le estaba nublando no podía ver, ya no tenía fuerzas su cuerpo comenzó a caer hasta que sus rodillas tocaron su pecho, los golpes y gritos cada vez eran mas fuertes, el miedo la inundo totalmente, pero no podía desfallecer no se podía dar por vencida, su amiga la necesitaba, estaba débil y sola, aquella noche de lluvia, apoyo sus manos en el suelo y trato de levantarse, apoyándose en la pared, pero sus piernas apenas le respondían tampoco eran capaces de sostener su propio peso – si muriese todo esto se acabaría – cerro los ojos e imagino que él venia a rescatarla, después de todo él era un caballero, amable, gentil, se podría decir que era una de las pocas personas que la trata con amabilidad y gentiliza cuando se ven, silenciosas y dolorosas lagrimas comenzaron a caer sin parar por sus mejillas, se sentía tan sola, tan débil – rescátame de aquí, por el amor de Dios, sácame de este infierno.

Albert se paseaba por fuera de la puerta como un león enjaulado, no podía tirar la maldita puerta, después de todo esta noche se liberaría de sus golpes – sonrió con maldad- bueno no de todos – miro sus nudillos que estaban ensangrentados

El Infierno de un ÁngelWhere stories live. Discover now