Alexander observaba a su nieto y como esta sonreía, pero realmente sonreía no como antaño cuando aquella expresión de frialdad estaba constantemente en su rostro, ni cuando creyó tener sentimientos románticos por la actual Duquesa de MaCewen, ni en ese tiempo su expresión cambio de forma total - ¿eres feliz?
- Lo soy – respondió sin pensar, miro a lo lejos a su esposa que sonreía por algo dicho por Agatha o las sobrinas de la esposa de su abuelo
- ¿Ella te hace feliz?– siguió la mirada de su nieto
- Si abuelo – sonrió de medio lado- no fue facil, reconocer lo que mi alma en el fondo gritaba – bebió de su copa – que ella, es la duea de mi felicidad, de mis sueños, de mi vida -inspiro profundamente – abuelo ¿como te diste cuenta que tu esposa te ama?
Alexander miro extrañado a su nieto – por sus gestos, sus acciones y porque me lo dice cuando estamos a solas
- ¿En la intimidad? – miro asombrado a su abuelo
- Borra esa expresión – lo miro con enojo - de tu rostro mocoso – se paro derecho y lo miro con superioridad – es verdad que ambos tenemos nuestra edad, pero te aseguro que mi esposa es feliz en la alcoba – miro con enojo a su nieto – mocoso presuntuoso
- Como digas – oculto tras su copa una sonrisa – mi pregunta radica -¿si expresa ese sentimiento en la intimidad?
- No – rio- en todo momento es algo natural hijo, más cuando se da el caso que las parejas se aman
Dominick miro asombrado e inseguro a su abuelo, es cierto que ambos han expresado sus sentimientos, pero solo en la intimidad – siempre – susurro
Miro a su nieto y poso su mano en su hombro – hijo tu debes se él primero enséñale a esa muchacha que aquel sentimiento que muchos jamás conocerán es algo hermoso y que se debe gritar a los cuatro vientos porque mantenerlo dentro lo acaba ahogando – vio el desconcierto en la profundidad de los ojos de aquel muchacho que educo – ya has ganado muchas batallas con tu esposa, ahora ve y termina de ganar la guerra hijo
Irradias felicidad, muchacha – Agatha miraba sus cartas y maldecía a su hijo menor, les enseño demasiado bien a este par de picaras, la estaban desbancando de una forma extraordinaria
- Así es tía, nuestro querido tio Eliot nos enseño con ahínco el arte de las cartas
- Más que ángeles son unos demonios, abusando de una pobre mujer de mi edad
- No me engañas – Sophie rio fuerte – eres temida y sabes utilizar tus cartas
Agatha soltó un bufido y continuo mirando sus cartas, estas pequeñas brujas no cayeron en su jugarreta de pobre viejita – espero que asi mismo controlen sus negocios
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El Infierno de un Ángel
Romance¿Podrá aquel caballero rescatar al Ángel del infierno? Leonore tan solo conocía el dolor y jamás el amor, desde pequeña rechazada por su familia al no ser el deseado hijo varón; tan solo conocía el desamor y el repudio de todos quien la rodeaban. Al...