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El carruaje se movía tranquilamente por un sendero que los llevaba fuera de la cuidad - ¿Dónde vamos? – miro por la ventana del carruaje y pudo ver como hace bastante tiempo dejaron atrás la cuidad

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El carruaje se movía tranquilamente por un sendero que los llevaba fuera de la cuidad - ¿Dónde vamos? – miro por la ventana del carruaje y pudo ver como hace bastante tiempo dejaron atrás la cuidad

-       Si te mencionara donde vamos, ¿no crees que la sorpresa se arruinaría?

Bajo la mirada y vio sus zapatos fijamente un par de minutos - ¿pero a veces las sorpresas generan intranquilidad? – movió las manos sobre el regazo de su vestido

-       No desconfíes de mis intenciones – se inclino y tomo las manos de su esposa entre las suyas y beso el dorso de las mismas – no hay ninguna mala intención en esta sorpresa, solo busco hacerte feliz

-       ¿Por qué? – lo miro con mil dudas en sus ojos

-       Porque lo mereces, porque debes conocer ese sentimiento y no temer a el y porque soy tu marido – sonrio con autosuficiencia – y por lo mismo puedo y debo darte sorpresas

-       A veces creo que esto es un sueño – miro a todos lados tratando de ocultar su nerviosismo, ultimadamente su lengua y cabeza no se ponían de acuerdo y decía en voz alta lo que pensaba – perdón… yo… yo no quise ofenderle

-       No lo haces – tomo su barbilla entre sus debos – yo deseo, yo anhelo que no ocultes tus pensamientos de mi, te lo he repetido mucho, pero es verdad confía en mí, porque jamás te juzgare, conozco tu verdadera esencia y aunque por un tiempo mis sentidos e inteligencia se nublaron por una espesa neblina de falsedad, hoy se ha ido y puedo ver con total claridad

Porque sentía que su corazón se iba a salir por su boca, aquellas palabras dejaban entrever muchas cosas, pero la principal es que Dominick sabia la verdad – ¿De qué neblina de mentiras hablas? – no podía comprender como lo supo a menos que Armand dijese la verdad, pero el le juro no hablar, porque lo haría su familia, su prestigio estaría dañado irremediablemente.

-       Yo… - se quedo en silencio al notar que el carruaje se detenía – hemos llegado a nuestro destino – sonrió, sabía que tendría que tener aquella charla con Leonore, pero aun se cuestionaba su ella estaría preparada para tenerla sin sentir que sus demonios del pasado la perseguían.

Miro nuevamente por la ventaba del carruaje y vio una casa en medio de la campiña, también pudo apreciar que salía humo de la chimenea y que ya había dejado de llover aunque se podía apreciar aquella neblina de frio escoses por todo el lugar –¿Dónde estamos?

-       Vamos a averiguarlo – espero que la puerta del carruaje se abriese y el salto del mismo, se volteo para ofrecerle la mano a Leonore para que esta bajase con seguridad

-       No comprendo – miro a todos lados

-       ¿Confías en mí? – la miro intensamente directo a los ojos

-       Si – y lo dijo de corazón, ella siempre confió en él, aunque también le tuvo miedo un tiempo, pero siempre supo que en el fondo de aquel hombre lleno de rabia y odio vivía aquel hombre generoso y de buen corazón que logro conocer y amar en silencio cuando lo veía desde lejos y tan solo como el prometido de su cuñada Celesthe – si confió en ti Dominick

El Infierno de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora