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Estaba agotada, ordenar y poner a funcionar nuevamente la residencia de su esposo había sido un trabajo titánico, desde buscar algunos empleados nuevos porque ya varios se jubilaron, dar la compensación económica a los que se retiraron e ir entrev...

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Estaba agotada, ordenar y poner a funcionar nuevamente la residencia de su esposo había sido un trabajo titánico, desde buscar algunos empleados nuevos porque ya varios se jubilaron, dar la compensación económica a los que se retiraron e ir entrevistando a los nuevos, ir habilitando las diversas estancias para ser utilizadas y demás detalles para dejar una casa operativa, llevaba haciendo esto desde que llego a Londres ya hace tres meses; soltó un suspiro y se limpio la frente – quiero un te – susurro, se levanto y salió de un salón de la planta baja que seria utilizado por ella como su salón de costura y pequeño despacho; observo y vio pasar a una doncella la cual se detuvo de inmediato al verla

- Mi Lady – hizo una reverencia – ¿desea algo?

- Un té – le sonrió – por favor

- Inmediatamente mi lady – hizo una reverencia y salió rápidamente a buscar lo solicitado para su señora

Volvió a ingresar y observo la estancia faltaba pequeños toques, se sentía feliz por primera vez, a pesar de que su esposo la ignorase rotundamente, el jamás tomaba ninguna comida con ella, ni intercambiaban palabra alguna mas que un saludo breve si es que se topaban por escasos minutos pero realmente no le importaba, después de vivir el infierno que padeció en su primer matrimonio, lo que estaba viviendo ahora era la gloria, sentia paz y calma, a pesar de saber que Dominick la odia su forma de castigarla es ignorarla, si supiera que eso no es nada para ella, que al contrario lo agradece profundamente porque no debe lidiar con gritos, golpes con el temor de no saber que podría pasar día a día, ahora mimos sus días eran tranquilos y lleno de trabajo y le ayudaban a dormir a descansar en la noche, por fin se sentía en paz a pesar de estar unida de por vida a un hombre que la culpaba de demasiadas barbaridades, pero para que decirle la verdad, jamas le creería

- Mi lady – ingreso con la bandeja con la taza de te humeante y con unos pastelitos dulces para acompañar el té

- Gracias – le sonrió – déjalo ahí – le apunto un pequeño escritorio

- Como desee Mi Lady – hizo lo que se solicito y salió de la habitación

Se sentó unos minutos y comenzó a tomar su té y solto un suspiro se puso de pie y camino a los ventanales y observo hacia fuera, veia como se aproximaba la primavera y esto anunciaba los bailes de presentación de las jovencitas de alta sociedad una sonrisa triste se dibujo en sus labios porque ella jamás tuvo aquel baile, porque a pesar de tener quince años se vio obligada por sus padres a contraer matrimonio el cual se volvió su infierno; su mirad estaba perdida en la calle veia como la gente caminaba en calma, pero a la vez no veia nada tan solo estaba ahí parada recordando momentos tristes de su pasado y una solicitaría lagrima se deslizo por su mejilla y cayó a su té, inspiro fuerte y movio sus cabeza para sacar aquellos recuerdos porque la ponian triste al darse cuenta que jamas ha sido amada.

- Mi Lady – ingreso el mayordomo con una bandeja de plata en la cual venían varias cartas – le ha llegado invitaciones

Se limpio el rasto de la lagrima y se volteo al mayordomo - ¿para mi? – se extraño, es cierto que recibía correspondencia de Agatha, su nana y Armand constantemente, pero invitaciones jamás le habia llegado alguna, a su esposo sabia que si, porque le escucho decir que debía asistir a alguna veladas, y como era obvio jamas la llevo, sospechaba que varios creían que ella no existía porque jamás salía de casa, tampoco le importaba se ponia nerviosa en aquellos eventos y los evitaba

El Infierno de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora