¿Podrá aquel caballero rescatar al Ángel del infierno?
Leonore tan solo conocía el dolor y jamás el amor, desde pequeña rechazada por su familia al no ser el deseado hijo varón; tan solo conocía el desamor y el repudio de todos quien la rodeaban.
Al...
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El viento soplaba fuerte aquel día, levanto la vista del bordado que estaba realizando y miro a través de la ventana pudo ver el cielo cubierto por negras nubes, lo que demostraba que en cualquier momento caería una gran tormenta, no le gustaban las tormentas y mucho menos cuando habían truenos y relámpagos le tenia mucho miedo desde pequeña que fue así, varias veces sus padres la encerraron en un cuarto oscuro y ella pasaba horas ahí escuchando la tormenta y solo lloraba para que las sacasen de aquel horrible lugar hasta quedarse sin voz de tanto suplicar, y después con su esposo fue en aumento su miedo porque al igual que sus padres la encerraba, pero el también la golpeaba y gritaba fuera de sí, también agradecía profundamente a Francoise, el amigo de su esposo, que desobedeciendo las ordenes de él sacaba de aquel lugar ordenaba que le curaran las heridas, le enviaba comida caliente y ordenaba que caldearan su habitación para que pudiese descansar o simplemente la enviaba donde Celesthe, sabía que en la habitación de ella Alberth no ingresaba – espero que no haya truenos o relámpagos este día – suspiro y bajo la vista a su bordado y continuo su labor, a su memoria volvió el sueño que tuvo aquel día que volvió del cementerio, cuando Lord Dominick arremetió contra ella, la imágenes estaban aun frescas en su retina, podía aun sentir la voz de Celesthe, serás feliz Leonore, serás feliz, porque lo mereces, porque él te hará feliz, será un camino largo y quizás con lagrimas y verdades que saldrán a la luz, para quien debe saberlas, y al pasar eso tu lograras la felicidad, porque promesa es promesa mi querida amiga, tu serás feliz porque así me lo prometieron, tu dolor e infierno acabaran – Celesthe – suspiro – para no se hizo la felicidad – parpadeo rápido para evitar que las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos cayesen por sus mejillas se concentro en su bordado olvidando todo a su alrededor, porque era mejor olvidar a continuar pensando en un sueño que le daba esperanzas, las cuales debía matar rápido porque los sueños jamás se realizan, especialmente para mujeres como ella que no poseen bueno que les de felicidad.
- ¿Aun continuas con tu bordado? – la vio saltar en su lugar y quiso golpearse por su estupidez sabia que ella era como un pequeño pájaro recién nacido asustadizo
- No te escuche – se puso la mano en su pecho para tratar de calmar el latir acelerado de su corazón
- Te pido disculpas – hizo una reverencia a modo de disculpa – no pretendía asustarte – se sentó frente de ella y miro su bordado, era el escudo de armas de la familia de los MaCewan - ¿Por qué estas bordando eso? – la miro extrañado
- Dentro de unos días se celebrara la boda del Duque MaCewen y tu estas invitado, me pareció un bello detalle para la novia tener un pañuelo con el escudo de la fami... - su voz se fue apagando al ver la expresión de su cuñado
- Bordas muy bien, cada día lo haces mejor – tomo entre sus manos el bordado y lo miro con detenimiento – será un gran detalle de tu parte
Sintió un pequeño calor recorriendo su pecho al escuchar aquel alago, muy pocas veces haba recibido uno sonrió – más bien de tu parte es parte de los obsequios que enviaras
