Capítulo 34

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—Buenos días —habló Jesse al otro lado de la puerta, estaba afuera esperando a que le abriera

Abrí mis ojos y los rayos del sol lastimaron mi vista, me obligué a cubrirme con la sabana.

—Adelante —murmuré con fastidio y me removí en la cama en repetidas ocasiones

—¿Cómo dormiste? —comentó cerrando la puerta y luego sentándose a mi lado—

—Tengo sueño —gruñí— y tú no me estás apoyando

—Veo que mal

No le respondí y bufó.

—No seas floja y mueve ese trasero —empezó a sacudirme con rapidez y sé que lo hace por molestar— hoy tenemos un largo día y debemos empezarlo

—¿Alguna vez te he golpeado? —pregunté muy seriamente y me descubrí el rostro

Negó

—En lo absoluto

—Pues te juro que, si sigues haciendo eso, voy a mandarte al carajo

—Estás de malas —habló entre risas— ¿puedo saber el motivo?

Me di la vuelta y le vi de frente.

—No pude dormir —me quejé con fastidio y haciendo muecas

—¿Tú tampoco? —preguntó con sorpresa—

Su respuesta también me tomó por sorpresa.

—Escuché como Ada y George iban a la habitación de Alexander —respondí—

—Veo que no fui la única que los escuchó, yo me quedé despierta y André cayó rendido

—Creo que era para saber si seguía con vida

—Mis suegros estuvieron al pendiente de él toda la noche, escuché que hablan por el pasillo y vi como encendían las luces

¿Acaso dijo suegros?

—¿Dijiste suegros? —pregunté, miré y le di una sonrisa burlona— debí haber grabado eso, repítelo por favor —supliqué

—No lo repetiré, además me siento extraña diciéndolo, así que no te burles

—Ok, ok —reí—. Sabes, me sentí mal por Ada, vi su cara de horror cuando se dio cuenta del estado de Alexander

—George estaba furioso, solo que trató de disimularlo y André creo también estaba algo enfadado

—Todos teníamos expresiones diferentes, su cara estaba muy golpeada

—André me dijo que sus padres han tratado de entender a Alexander, pero desconozco en qué sentido lo dijo

—Alexander nunca ha actuado así, es más no lo había visto tan ebrio —dije más para mí que para ella— ¿no te parece raro?

—Quizá —se encogió de hombros—. Sé que no me cae bien, y quisiera golpearlo, pero realmente me preocupé por él

—En el fondo lo quieres —murmuré y le una palmada en la espalda

—Y tú también —respondió astutamente y sentí como mis mejillas se encendían

—Yo hablé primero

—¿Cómo te sentiste al verlo? —preguntó cambiando de tema

Esa respuesta creo que ni yo la sabia.

Fuera de mi planWhere stories live. Discover now