Capítulo 39

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Desde muy temprano estoy despierta. Durante la noche no pude descansar, tenía pánico saber que en cualquier momento amanecería. A primera hora del día me puse de pie y bajé a la sala de estar.

Traté de no hacer ruido. No quería que Alexander despertara aún. Pero para mi sorpresa me encontré a alguien que ya estaba ahí.

—¿Mary? —pregunté nerviosa. La nana de Alexander estaba sentada sobre la barra de la cocina con una taza de café en la mano

—¡Hola! —saludó sorprendida de verme ahí—. ¡Buenos días!

Le devolví el saludo alegre y me quedé de pie viéndola.

—Yo no sabía que estaba aquí —me apresuré a decir—

—Ni yo. Pero anda, siéntate —me señaló una silla frente a ella y me sirvió café en otra taza—. Veo que dormiste aquí

Le di un sorbo al café y la miré de reojo.

—Alexander me pidió quedarme

—Ya veo —su mirada se posaba en mí. Algo me decía que me analizaba

—¿Usted vive aquí? —pregunté sin pensar muy bien lo que había dicho

—Es temporal, estoy en diferentes lugares a la vez

Sonreí nerviosa y bebí otro poco de café. Mary me veía con mucho detenimiento, no me sentía cómoda con su mirada sobre mí.

—Veo que estás con Alexander

—Se podría decir. No tenemos nada formal… aún

Una sonrisa se hizo presente en su rostro. No sabía si eso era una buena señal.

—¿Aún? —cuestionó— ¿Qué quieres decir con eso?

—No sé si este sea el mejor momento para ambos. A pesar de conocernos creo que todavía nos falta camino por recorrer

—Alexander entiende eso. Él siempre quiere lo mejor para los demás, es un buen muchacho

—Es el mejor —respondí segura de mis palabras—

—Concuerdo contigo —sonrió y se puso de pie—. Es tan bueno para su propio bien

El sonido de alguien bajando las escaleras se hizo presente. Un Alexander adormilado portando solo un pantalón de dormir, llegó a mi lado.

—Mis dos chicas favoritas —me tomó por la barbilla y plantó un beso en mis labios. Dio la vuelta y beso la sien de Mary—. No me olvido de ti

—Veo que dormiste bien —comentó Mary y le dio otro sorbo al café—

—De maravilla —caminó al refrigerador y sacó una bolsa de uvas. Comió algunas y pasó por mi lado tumbándose en el sillón—. Los chicos ya vienen para acá

—¿Nos iremos ya? —debo admitir que eso me ponía nerviosa

—No queremos ir rápido. Si salimos a esta hora iremos con calma

—Yo no tengo ropa aquí. Debo ir a la residencia por algo para ponerme

—Eso lo tengo bajo control. Jesse ya sabe que hacer

—¿Puedo pasar a tu baño? —pregunté—

—No es necesario que lo pidas. Lo mío es tuyo y todo lo que tienes aquí está a tu disposición

—¡Gracias! —dije sonrojada, eso provocaba Alexander en mí—. Tomaré una ducha y…

No terminé de hablar cuando Alexander se paró rápidamente de ese sillón y llegó a mi lado.

Fuera de mi planDonde viven las historias. Descúbrelo ahora