Capítulo 37

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El último día de vacaciones, lo pasamos en casa de los padres de André. George y Ada estaban muy tristes con nuestra despedía, pero a su vez se les veía una sonrisa brillante de haber convivido con su hijo unos días. El hecho de que conocieron a Jesse les alegraba, y a la rubia también le había encantado convivir con sus suegros, a todos nos había gustado visitarlos.

Luego de varias horas seguidas de camino sin detenernos, llegamos a la residencia. André le propuso a Jesse quedarse con él y obviamente ella no se negó. Por otro lado, Alexander me invitó a ver una película en su casa —sí, una película, no piensen mal— acepté y por lógico nadie bajó en la residencia. Al llegar a casa de los chicos, cada quien fue en diferentes direcciones. Yo estuve el resto de la tarde en casa de Alexander al punto que me dormí ahí y él no quiso despertarme.


Al día siguiente Alexander me llevó a la residencia para que pudiera darme un baño y cambiarme de ropa. Le dije que no era necesario que se quedara y aceptó. Yo bajé y me adentré sola, al poco rato llegó la rubia e hizo lo mismo.

—Creí que te quedarías con Alexander —comentó sorprendida de verme ahí—.

—Me quedé con Alexander —comenté y ella me miró con una sonrisa, eso hizo que me sonrojara ligeramente—

—Entonces no pudiste dormir —sonrió maliciosa—. ¿Insomnio?

—No supongas mal, no paso nada
—aseguré y puso mala cara. La ignoré y acomodé mis cosas—

—¿Y qué haces aquí? —preguntó y un bostezo salió de su boca— deberías estar con el idiota

—Lo mismo pregunto, tú deberías estar con André

—Yo vine a darme un baño —respondió la rubia—

—Yo igual —hablé—. Necesitaba ropa limpia y además tenía que pasar por unas cosas

—¿Y cómo te fue anoche? ¿Vieron películas? —preguntó con una sonrisa burlona—. ¿O se le fue la señal?

—Claro que sí, yo sí vi películas —quizá metí un poco en eso, pero ella no tendría por qué saberlo—. Vimos una peli de Marvel

—Y yo soy la Reina de España —dijo imitando el acento español, que por cierto le salía de maravilla— yo también he aplicado esa mentira, Lía

—¡Oye! —me quejé—. ¿Pones en duda mis palabras?

Asintió

—¡Es injusto!

—Si me hubieses dicho eso hace semanas atrás, te habría creído. Pero ahora la tensión es más fuerte entre ustedes, más pasional —comentó muy dramática— Y lo detesto, es tan raro

—¿Quién lo dice? —cuestioné—. No he escuchado a nadie que diga eso, nadie nos ha visto

—Lo digo yo, lo dice André, Ada, George, Mary, Jaz…

—¿Cómo es que ella lo sabe? —la interrumpí

—¿Quién? —se hizo la loca y se metió un dulce a la boca

—Jazmín, aún no se lo he contado

—Yo se lo conté —respondió con una sonrisa nerviosa—. A ella y a los chicos, claro. Es obvio que tarde o temprano se darían cuenta, eso era algo de esperarse

La miré durante unos segundos y no dije palabra alguna.

—¿Estás molesta? —preguntó dudosa—

—No lo estoy —dije y la rubia soltó todo el aire que no sabía tenía acumulado—. Aunque podrías consultarme para la próxima

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