Capítulo 38

48 8 1
                                    

Los fines de semana son lo mejor que existe, pues pese a una semana productiva mis ánimos estaban por los suelos. Estaba estresada, cansada, aburrida, en fin. Muy mal.

Los maestros tenían en mente que su único objetivo fuese torturarnos con tareas y actividades finales.

Los detesto.

 

—Estoy harta —murmuré y reposé mi cabeza sobre la mesa de mi lugar—. Ya no puedo más

—No seas pesimista —comentó Jesse tratando de darme ánimos— tú eras la alumna optimista

—Eso se acabó hace mucho. Además, no he encontrado la carta

—Seguiremos buscándola, no debemos rendirnos —la miré y me dio una sonrisa ligera—. Quizá debamos pedirles ayuda a los chicos

Negué al instante al escucharla.

—Ya hice mucho involucrándote, no quiero meter a más personas en esto

—Lo hago por mi cuenta, no me estás obligando a nada

—No está a discusión, Jesse

La rubia me miró con mala cara, pero no dijo nada, solo asintió y sabía que, aunque quisiera chistar, no lo haría.

—Hemos buscado casi toda la semana —murmuró cansada—. Debemos descansar —la miré y rápidamente habló— solo por hoy

—Yo puedo quedarme después de clase, si necesitas ir con André, hazlo

—No solo soy yo Lía, debes darte un descanso. Alexander me ha preguntado por ti

—Sabe dónde estoy. No es un secreto para ustedes

—Me sorprende que él sea quien te busque

—Y a mí me sorprende que no se haya hartado de mí —comenté y sentí un nudo en la garganta— todos tienden a hacerlo

—Nosotros no somos como ellos

—Agradezco eso —comenté

El maestro entró a clase y la rubia y yo nos centramos en otra cosa. Fórmulas químicas y elementos de la tabla periódica adornaban mi cuaderno de apuntes, odiaba que el maestro escribiera tanto, copia una cosa y cuando levantaba la cabeza había diez fórmulas más.

Estoy cansada y solo soy tu conciencia.

Debe ser muy difícil serlo.

Lo es, a veces, ni yo te entiendo.

Me quedé ida peleando con mi conciencia hasta que un sonido particular llamó mi atención.

La persona que estaba a mi lado tenía su cabeza recargada del pupitre, un ronquido salió de su boca. Intenté no reírme y la moví ligeramente —cosa que no funcionó—. Me acerqué a ella mientras el profe estaba distraído.

—Jesse —murmuré y la volví a mover, hizo el intento de abrir los ojos, pero fue en vano— te has quedado dormida

Accidentalmente, a traje la atención de Jazmín, quien me miraba confundida hasta que entendió lo que hacía.

—¿Se murió? —susurró Jazmín

—Parece, pero sigue viva aún. Ya la moví y no reacciona

Patéala o muérdela

No es momento para juegos conciencia.

Yo solo decía.

Fuera de mi planWhere stories live. Discover now