Ace "Puño de fuego"

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Nadie volvió a comentar al respecto, y todos, al igual que yo, moríamos de hambre, pero había tenido muy malas experiencias al tratar de comer comida humana que olía delicioso... la sensación viscosa de la comida humana sobre mi lengua y cómo vomité lo poco que tenía en el estómago me hizo entender que nunca más debía comer comida humana.

Cuando probé la carne humana... Touka-sempai intentó hacerme comer un poco de lo que ellos comían, pero el sabor de la carne humana no me gustó, era un sabor metálico, pútrido y grasoso que me hizo vomitar todo al instante...

Cuando los tripulantes me ofrecieron comer junto al resto de tripulantes del barco, sólo acepté para tener algo en el estómago (aunque después lo vomitaría) y poder irme a conseguir café en tierra firme, de ser posible.

Nos dirigimos a una habitación enorme dentro del barco, una habitación de madera con una amplia mesa de madera en el centro con bancas y sillas alrededor.

Sabía que ni siquiera debía sorprenderme, debido a la gran cantidad de tripulantes y sus diferentes y muy extravagantes dimensiones, era obvio que el comedor sería de un tamaño monumental, por no decir monstruoso.

Me senté junto al rubio de lentes, cuyo aroma era el menos molesto de todos, y cuando sirvieron la comida y me llegó el aroma a la nariz, mi estómago empezó a gruñir exigiendo que lo alimentara, y ¿quién era yo para negárselo?

Sirvieron muchísimos platos diferentes, me serví un poco de todo y comí y comí, aunque no hasta atiborrarme de comida, aunque al probar el primer bocado... sabía delicioso, un sabor que nunca antes había provado y que era delicioso, no repulsivo...

Ésa fue la primera vez que pude probar comida humana sin que me diera asco, sin que se sintiera viscoso, y debía admitir que sabía delicioso, por fin pude comer una comida de verdad por primera vez en toda mi vida, no sólo café y agua.

Yo nunca había bebido alcohol en mi vida, así que no me arriesgué a beber del sake que me ofrecían cada dos por tres los tripulantes del barco que estaban empezando a emborracharse y tenían la cara roja y sonrisas en la cara.

Debía admitir que no me estaba desagradando mucho estar aquí, además... tenía esta extraña sensación de que había llegado justo a dónde debía llegar, aunque sonara extraño, sabía que mi lugar estaba aquí en el mar.

Tenía sólo unas horas de conocer a los Piratas de Shirohige y ya me hacían sentir como una verdadera familia, como la familia que perdí a manos del mundo cruel del que venía, como la familia desintegrada que había tenido antes en Anteiku...

Shirohige habló conmigo al día siguiente, estando un poco más sobrio que la noche anterior, después del banquete tan exquisito que habíamos tenido, y después de que desmostré buenas habilidades en la lucha cuerpo a cuerpo, sin usar mi kagune, simplemente la fuerza física que tenía.

-Únete a mi tripulación-Me dijo como si esto fuera cosa de todos los días, y lo miré con los ojos abiertos como platos, pero después respiré y recuperé la compostura -No lo sé...-Le dije mirando hacia el horizonte por la cubierta del barco, pensando en si sería lo correcto...

Había vivido en bajo perfil desde que empecé a perseguir al Árbol del Aogiri, así que ¿Quería cambiar mi estilo de vida y volverme alguien buscada por quién sabe qué gobierno? ¿Estaba preparada para eso?

-Como habrás visto, realmente no tenemos mujeres en este barco, y alguien que empiece a poner orden por aquí no vendría nada mal...-Dijo Shirohige rascándose la barbilla -Padre... ¿de verdad crees que es una buena idea?-Le dijo uno de los tripulantes, dudoso de lo que dijo.

Shirohige lo miró -¿Acaso dudas de mi decisión, mocoso?-Le dijo Shirohige a lo que el que preguntó negó frenéticamente con la cabeza.

No lo pensé detenidamente, pero sonreí ante lo que iba a decir -No estoy segura pero... voy a intentarlo, Shirohige-Le dije y él sonrío ampliamente, una sonrisa contagiosa que me hizo sonreír como no lo había hecho en años... ni siquiera con los ghouls de Anteiku que quedaban, no una sonrisa tan grande como esta, Shirohige me hizo recordar al jefe.

El fénix y la rosaWhere stories live. Discover now