De camino a Marineford

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Toqué aquel espeso líquido y levanté mi mano para ver que la punta de mis dedos estaba manchada de sangre.

Otra punzada repentina y fuerte me hizo gritar de dolor con toda la fuerza de mis pulmones, en ése momento entraron Marco y padre por la puerta de golpe, y al verme en ése estado Marco me llevó rápidamente a la cama para revisar mi estado y el de mi bebé, sacó sus herramientas médicas y empezó a revisar pulso y demás.

—Esto no debería estar pasando—Dijo Marco, di un pequeño vistazo hacie él y vi que estaba pálido como el papel y sus ojos se habían agrandado por el susto de la situación, yo también estaba preocupada, este bebé era todo lo que teníamos Ace y yo, la única esperanza para que Ace intentara volver y el resultado de un milagro que creí que era imposible.

Eto entró a la habitación unos segundos después y ayudó a Marco en lo que podía, pero yo no podía dejar de retorcerme, haciéndoles difícil el trabajo —Sería más fácil si dejas de moverte—Dijo Marco como un mal chiste.

Yo lo miré y le dije —Si sintieras lo que yo dirías otra cosa totalmente diferente—Antes de sentir otra punzada de dolor y soltar un gemido de dolor.

El escándalo que estaban haciendo Eto y Marco, el dolor que sentía en el vientre junto al olor desagradable de la sangre que salía de mi cuerpo me desorientaban tanto que me terminé desmayando.

Cuando finalmente me desperté, estaba conectada a varias máquinas que registraban mi pulso y el de mi bebé junto a otras cosas, a mi lado estaba Marco, cruzado de brazos, sentado y mirándome con seriedad mezclada con preocupación —Por poco pierdes al niño esta vez—Me dijo mientras se levantaba y se acercaba a mí lentamente.

Yo sonreí con lástima y miré hacia otro lado —El tiempo se acaba...—Murmuré —Estás pálida ¿Debería traerte algo para comer?—Me preguntó, pero yo negué con la cabeza lo mejor que pude —Sólo me siento débil... tengo sed ¿puedes...?—Le dije volviendo a mirarlo.

Marco asintió y fue a servirme un vaso de agua, sólo entonces me di cuenta de que estaba en otra habitación que definitivamente no era la mía —¿Dónde...?—Traté de preguntar mientras trataba de acomodarme en la cama.

Al ver lo que intentaba hacer, Marco se acercó y me ayudó a acomodarme para poder beber bien el vaso de agua —Estás en la habitación de padre, nos costó traerte aquí debido a tu estado, pero necesitábamos los monitores que hay aquí y no teníamos tiempo para adaptar tu habitación, así que...—Dijo él.

Terminé mi vaso de agua y miré a Marco agradecida y cansada —Gracias... por salvar a mi bebé, Marco—Le dije.

Él sonrió —No tienes que agradecerme sólo a mí, esa chica, Eto, también ayudó con todo, conoce tu anatomía bastante bien, de no haber sido por eso... no habríamos logrado salvarlos—Me dijo con un deje casi imperceptible de nerviosismo.

—Marco, la verdad—Le dije sonriendo, pero él cambió su expresión a una seria y la sonrisa de hace un momento desapareció —Estás débil, demasiado... Eto dijo que la prioridad, aparte de Ace, debe ser encontrar a su padre—Me dijo.

—La verdad—Le dije de nuevo y él agachó la cabeza y negó —No debiste irte así, y menos por tanto tiempo... tu cuerpo no ha recibido los nutrientes que necesita, si no hubieras gritado en ése momento, si hubiéramos tardado sólo un poco más te aseguro que ambos estarían muertos... y no te garantizo que no ocurra de nuevo, pero tampoco garantizo que haya posibilidad para ninguno, Júpiter—Me dijo.

Hubo un silencio realmente prolongado, hasta que Marco habló de nuevo —Esta vez haz caso: no puedes moverte de la cama para nada y debes descansar... Eto y yo buscaremos los nutrientes que te faltan y te los daremos cuanto antes—.

El fénix y la rosaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant