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La noche pronto me alcanzó, y no había traído mucho para esta visita, sólo una manta que planeaba usar para Ace después de que lo sacara, pero...

Miré el cuerpo de Yamori, era la primera vez que mataba a alguien, aunque su olor no se quedó pegado en mí, era desagradable llevar su cadáver aquí, todo ensangrentado y a saber por qué estaba en Impel Down.

Sin embargo, las palabras de Arima resonaron en mi cabeza, sobre que debía comer más... sacudí mi cabeza inmediatamente, si un humano me sabía horrible, no quería ni imaginarme un ghoul, así que descarté la idea de inmediato.

Sin embargo, mi estómago empezó a gruñir, debía ser porque no había comido en todo el día, me fui del barco sin haber comido.

Miré el cadáver de Yamori de nuevo "Quizás... ¡No! Bueno, sólo un poco... no debería hacer daño" pensé y me acerqué a él.

La niebla me rodeaba, no sé realmente si estaba cerca de donde debía ver a Eto o no, pero estaba muriendo de hambre y era lo único que había.

Al dar la primera mordida sentí un espantoso sabor, aún peor que el de la carne humana, quise vomitar de inmediato, pero debía seguir, no por mi salud, sino por la de mi bebé, debía nutrirlo, así que di el siguiente bocado, y el siguiente y el que le siguió.

Para cuando me sentí satisfecha, el cadáver de Yamori estaba casi hasta los huesos, sólo habían sobrevivido algunas partes de piel en zonas muy específicas.

Limpié mis manos y mi cara en el agua, quitando cualquier rastro de sangre que pudiera tener encima y miré el destrozado cadáver de Yamori —¿Qué es lo que acabo de hacer...?—Murmuré horrorizada de mis propias acciones —Lo que debías hacer—Dijo alguien frente a mí.

Debido a la niebla y a la oscuridad a mí alrededor era difícil distinguir nada, pero en cuanto sentí que alguien saltó al bote en el que estaba, logré enfocar la vista un poco sólo para encontrarme a Eto.

—Le dije a Arima el problema que tenías, él me dijo que Yamori estaba en Impel Down porque asesinó y devoró a cien marines en una noche, estaba sentenciado a morir pero no había forma de matarlo, así que simplemente lo encerraron ahí—Me dijo Eto.

—En cuanto lo llamé para decirle que seguramente estabas ahí, él le dio pase libre a Yamori para romper sus cadenas e intentara huir, luego te dio su cadáver para que empieces a nutrir bien tu cuerpo, al menos en lo que el bebé nace y encontramos a mi padre—Dijo.

Miré a Eto un momento antes de ponerme a llorar —Esto es de lo peor... acabo de cometer un acto tan desagradable... una barbarie—Eto puso una mano sobre mi hombro —Sé que te es difícil, no te preocupes, encontraremos la manera de solucionar esto—Me dijo para tranquilizarme.

Yo sólo pude llorar y llorar hasta que me cansé, Eto manejaba el bote mientras tanto —Shirohige ha estado bastante preocupado, te fuiste sin decir una palabra, y has estado fuera por más de tres días...—Me dijo Eto.

—No le conté de la condición especial de nuestra especie, pero él sabe que tu cuerpo es débil, teme que te haya pasado algo en tu intento por ir a salvar a Ace—Miré a Eto y le dije —Entonces ¿Me estás llevando de vuelta al Moby Dick a recibir un sermón y que me castiguen como una niña pequeña?—.

Eto me miró y detuvo el andar del bote —Te estoy llevando de vuelta con tu familia y deshaciéndome de la evidencia—Dijo antes de tomar lo que quedaba del cadáver de Yamori y arrojarlo al agua —Cualquier cosa que coma carne va encargarse de él—Dijo despectivamente.

Luego tomó el curso de nuevo —Tú y Arima alguna vez, ya sabes ¿tuvieron algo que ver aparte del Aogiri?—Le pregunté tímidamente a Eto.

Ella pareció sorprendida por la pregunta un momento, pero entonces se desabrochó la blusa y me mostró un fénix de fuego azul con marca en el pecho que había visto en algún lugar antes, el fénix parecía que rodeaba su cintura desde la parte baja de la espalda hasta su pecho.

—Esta es mi marca de destinado, definitivamente no es Arima, pero eso no responde a la pregunta, así que te diré la verdad: no, Arima y yo nunca hemos sido nada más allá de socios, y familares lejanos—Me dijo por lo que la miré con una ceja alzada —¿En serio? ¿No sabes que nosotros tres somos descendientes del clan Washu?—Me dijo sorprendida.

Mis ojos se abrieron de par en par y ella suspiró —Tu abuelo era el líder de la familia, Arima es descendiente suyo, y yo soy una pariente muy lejana de ustedes así que, en resumidas cuentas, somos familia—Dijo —No puedo creerlo—Murmuré.

Asentí, aceptando esta nueva información, y después volví mi vista al océano, aún cubierto por neblina —Hace frío—Dijo Eto —Sí...—Respondí, sin prestar atención a sus palabras, sólo divagando —Cuando estaba con Ace... sólo debía pegarme a él y dejaría de sentir frío, así fue como sobrellevé el frío durante nuestro viaje—Dije.

Ace no quería que padre se metiera en problemas al rescatarlo, y lo entendía, pero debía darle motivos para vivir también, por eso él debía saber de este bebé, para que supiera que debía vivir, por nosotros, por nuestro hijo o hija...

Entre mis divagaciones, no me di cuenta de en qué momento me quedé dormida.

Me desperté recostada en mi cama, en la habitación del Moby Dick, cubierta por mis reconfortantes y cálidas mantas, además de que llevaba encima mi camisón blanco de tirantes.

Me levanté de la cama para ir a abrir mi puerta e ir al comedor por un poco de agua, pero estaba cerrada con llave —Ay claro... debí suponer que harían esto—Murmuré y regresé a mi cama, notando entonces la bandeja de comida que había sobre mi escritorio y el vaso de agua que la acompañaba.

Me acerqué ahí y empecé a comer, la comida aún estaba caliente, eso significaba que la habían dejado ahí poco antes de que despertara.

En cuanto terminé la comida y el agua, tomé cualquier libro que tuviera a la mano y empecé a leerlo, no prestaba especial atención al contenido del libro, simplemente divagaba, entonces algo cayó del libro sobre mis piernas.

Dejé el libro a un lado, notando su título "El huevo de la cabra negra" y miré lo que había caído de sus páginas: una flor de lycoris radianta seca que estaba entre las páginas del libro.

Eso me hizo recordar a una persona en quien no creí pensar en estos momentos tan llenos de soledad: Kaneki.

Sonreí con autoburla mientras sujetaba la flor entre mis dedos y la observaba, algo que me hizo pensar en cómo decoraría el café en el que viviríamos después de que todo acabara: sería un pequeño edificio igual que el Anteiku, tendríamos habitaciones encima del local y sillas afuera del mismo, el local tendría las ventanas decoradas con macetas de lycoris radianta y enredaderas de todo tipo.

La idea me agradaba, pero no era buena en ningún tipo de arte salvo la medicina tradicional y hacer diferentes bebidas con café, y es que viviendo en una cafetería se aprenden varios trucos y recetas, yo las puse en práctica para alimentarme y esconderme trabajando a medio tiempo en cafeterías de la ciudad.

Dejé de pensar en eso cuando sentí una punzada en el vientre, me sujeté del escritorio por el dolor repentino y toqué mi vientre, pero al hacerlo me llegó el familiar olor de la sangre...

El fénix y la rosaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant