Confusión

21 1 0
                                    

Después de muchos días de viaje, llegó un punto en el que ya no había rastro alguno que seguir para encontrar a Teach y volvimos al punto inicial.

Llegados a ése punto, debíamos volver a las andanzas de recorrer las islas que encontráramos en el camino para preguntar de nuevo por Kurohige y poder seguir dándole caza, cosa que me desesperaba.

Los rumores sobre Luffy no dejaron de esparcirse y llegar a nuestros oídos, incluso habían aumentado su recompensa demasiado, tanto que incluso los mejores cazarrecompensas irían detrás de su cabeza después de que golpeó a un Tenryuubito, Ace no parecía preocupado por el bienestar de su hermano, sino al contrario, era como si esta situación fuera totalmente normal.

Ni siquiera traté de entender su actitud tan relajada ante esto, sólo me concentré en encontrar a Kurohige.

Conforme los días pasaban, menos pistas habían de Kurohige, como si la tierra se lo hubiese tragado: habíamos recorrido más de diez islas, y en ninguna de ellas se hallaba el maldito, ni él ni su rastro...

La frustración crecía en mí cada vez más, aunque no era como si eso fuera a solucionar el problema actual, lo sabía, pero no podía evitarlo.

Nos quedamos en una isla cercana a la isla donde Gol D. Roger murió, tal vez Ace no lo mostraba, pero yo sabía que estar ahí le afectaba, tal vez este podía ser el lugar en el que nació, pero por su expresión, él mismo no estaba seguro de ello y tal vez incluso no lo quería saber, o ya lo sabía y no quería recordarlo, no lo sé, él era más difícil de leer que el señor Yomo.

La isla no era la isla donde nació, y eso lo esuché cuando él murmuró algo entre sueños, así que me tranquilicé un poco, aunque entonces me pregunté ¿Por qué estaba preocupada? Es decir, no era mi problema, pero estaba angustiada por Ace, por cómo estaría con esta situación...

Sacudí mi mente de esos pensamientos que sólo me causaban vergüenza, pues no podía olvidar aquel incidente con Ace... sólo recordarlo hizo mi cara arder de vergüenza y creo que hasta me salió vapor.

Caminé por el bosque de aquella isla y me senté cerca de un árbol de abeto, me crucé de brazos y solté un suspiro mirando hacia el cielo.

—¿Por qué? ¿Por qué me pasó esto, Alá? ¡Nunca estuvo entre mis planes enamorarme de ese idiota! ¡Menos en tan poco tiempo!—Grité frustrada y alzando los brazos —Haa... mi corazón late así sólo porque es mi destinado, sólo es eso...—Susurré, fruncí el ceño y miré hacia el cielo tratando de convencerme de eso.

Recordé un poco cómo había sido mi vida antes de llegar aquí... tampoco era muy normal que digamos, envidiaba demasiado a los humanos por eso: podían salir sin correr el riesgo de ser asesinados por las Palomas, podían ir a cualquier lado sin miedo a ser descubiertos, podían formar familias sin tener el peligro de perderlas, podían enamorarse de otros humanos, podían vivir en la ignorancia...

Pero a pesar de todo tenía una vida, iba a la escuela, trabajaba, tenía una familia que me quería... ahora vivo aventuras donde sea que vaya, mi familia ha crecido demasiado, puedo comer donde sea, puedo comer lo que sea, sigo siendo perseguida pero ahora con razón.

Podría volverme loca por culpa de Ace, siempre lograba sacarme de mis casillas, era encantador si se lo proponía, además de ser un idiota dormilón y engreído, un hermano mayor preocupado y un gran nakama.

Suspiré de nuevo y me recargué sobre el tronco de aquel árbol, pensando en cómo remediar esta situación... es decir, sí, no puedo negar que Ace era alguien especial en mi corazón y en mi vida, pero preocuparme por él de esta manera... simplemente no tenía sentido, no para mí que nunca había tenido experiencia en el amor.

Ace y yo sólo viajábamos juntos, convivimos durante meses, era mi destinado, tuvimos un par de incidentes no normales ni de amigos, nos habíamos besado y estado a punto de- sacudí mi cabeza y corté mi red de pensamientos, enrojecí tanto que creo que podrían hacer unos huevos fritos usando mi cara.

Sacudí mi cabeza de nuevo, autoregañándome por pensar en esas cosas tan vergonzosas e impuras, no era correcto pensar de esa forma de mi compañero de viajes, y menos si realmente no teníamos nada que ver... las hormonas femeninas estaban empezando a afectarme como nunca antes lo habían hecho, sí, debía ser eso.

Me levanté de aquel tronco y me dirigí de vuelta al barco, tratando de convencerme de que lo que sentía era sólo cosa de las hormonas adolescentes que habían tardado en aparecer y que se irían en algún punto.

Sin embargo, de camino al barco, me topé con algo desagradable: marines.

Me escondí deprisa detrás de los árboles que rodeaban al pueblo, pero luego recordé que ellos no conocían mi rostro, así que salí, confiada en que Ace estaba en el barco, lejos de poder ocasionar problemas y hacer que nos mataran...

Olvídenlo —¡Hiken!—Escuché de repente y una bola de fuego atravesó gran parte de la formación de los marines.

Me golpeé la frente con frustración —Maldición, pensé que lograríamos irnos de aquí sin incidentes de ningún tipo—Dije molesta.

Salí de mi escondite y escondí mi rostro lo mejor que pude, agarré a Ace por el brazo, ignoré nuevamente la corriente eléctrica y eché a correr en dirección al barco, porque con esto tendríamos que irnos cuanto antes de la isla.

Ace me reclamaba, pero procuré ignorarlo y seguir el camino —Tenemos que irnos, si nos capturan, no podremos vengar a Thatch—Dije simplemente.

Llegamos al barco y salimos a altamar lo más rápido posible, evitando que los barcos de la marina nos vieran salir y apresurando a otra isla para conseguir la información que no conseguimos en esta isla.

Ace se sentó enfurruñado en un barril que había sobre la cubierta, estaba molesto por no haber podido terminar su combate contra aquellos marines —Ahora habrá que buscar en otra isla para obtener información—Dije cruzándome de brazos.

—Si me hubieras dejado terminar con aquellos marines, hubiéramos conseguido información de Kurohige—Me reprochó Ace —Si te hubiera dejado seguir peleando, te hubieran capturado y entonces estaríamos en un gran problema—Le dije.

Ace no dijo nada más, pero no hizo falta, no podía objetar nada, porque algunos de aquellos marines eran Vice-Almirantes de acuerdo a lo que decían sus uniformes, y eran peligrosos.

El fénix y la rosaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن