Una vieja amiga

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Era su mismo cabello negro y largo, sus ojos rasgados y la misma expresión tranquila y amable de siempre sobre su rostro —Irimi... sempai—Dije incrédula, e Irimi me miró con sorpresa en la cara —Tú eres...—Dijo, mirándome de pies a cabeza —Júpiter... chan—Dijo con los ojos abiertos con sorpresa.

Irimi dejó lo que estaba haciendo y se acercó a mí con rapidez, abrazándome con fuerza y oliendo mi cabello como para confirmar algo —Realmente eres tú...—Dijo entre sollozos y apretándome aún más en el abrazo con añoranza... no podía imaginarme lo que debió pasar cuando llegó aquí, ni para llegar aquí.

Se separó y me miró con una sonrisa mientras lloraba —Creciste mucho desde la última vez que te vi—Me dijo —Sí... ahora tengo diecinueve años—Le respondí y ella me sonrío de nuevo —Ven, siéntate, hay mucho de qué hablar—Me dijo mientras ella se sentaba en un banco de la barra.

Nos sentamos e Irimi me contó que ella había caído aquí después de morir, ella sabía muy bien que había muerto, pero me dijo que de repente, después de ver una luz blanca, cayó de nuevo en un lugar desconocido y completamente sola, ella cayó de sopetón en las arenas del desierto, y se guío por el olfato hasta llegar a la aldea.

Demostró sus habilidades para el café y la cocina en la casa del gobernador y, con ayuda de algunos pobladores y la esposa del gobernador, consiguió este pequeño local para hacer su cafetería con la esperanza de que algún ghoul pudiera asistir y saber que no estaba solo en este mundo.

—Quisiera poder tener un gran local como el Anteiku y... que todos vivamos en nuestra propia isla, evitando a los humanos y los problemas con ellos—Me dijo con nostalgia y yo miré a Irimi para decirle —¿Te ocurrió lo mismo con la comida? ¿Tú también puedes...?—.

Irimi me miró, entendiendo a lo que me refería —Sí, también puedo comer comida humana ahora—Me respondió asintiendo.

Yo sonreí —Nunca pensé que... que me sentiría así en mi vida, tan normal, como una más del montón—Dije sonriendo un poco triste y feliz a la vez —Lo sé, es extraño, no sé por qué pasó pero... tampoco me desagrada—Me dijo Irimi con una sonrisa, mientras me servía un vaso de café.

De pronto escuchamos alboroto fuera del local, y yo sabía muy bien quiénes lo estaban causando —Oh, parece que pasó algo muy importante...—Dijo Irimi-sempai mirando a la multitud que caminaba por las calles —Nah, no es nada, sólo son unos idiotas causando un gran alboroto como de costumbre—Dije mientras bebía más café —... Qué sabor tan nostálgico... como el café del jefe—Dije sonriendo.

Irimi me miró un segundo mientras regresaba detrás de la barra y limpiaba una de las tazas de barro —Escuché que "La-de-un-solo-ojo" es parte de una de las tripulaciones Piratas más importantes...—Dijo con una sonrisa.

—Ja, no importa en dónde estemos, siempre es lo mismo, los que apoyan a un lado creen que el otro es el malo y viceversa... ellos nunca entenderían cómo es en realidad para nosotros—Dije mientras miraba a la nada por un momento.

Irimi sonrío y se sentó a mi lado con una taza de barro llena de café —¿Qué es lo que nunca entenderían?—Me preguntó con curiosidad —Pues... no todos los piratas son malos como creen, lo aprendí con padre, con Shirohige... nuestro lugar está en el mar, nuestro hogar y familia están en los barcos, es nuestra tripulación, respiras la libertad una vez estás en el agua y no puedes evitar sentirte en casa cada vez que sientes la brisa marina y el movimiento de la marea bajo tus pies...—Dije, recordando los buenos momentos con los Piratas de Shirohige.

Irimi sonrío y me dijo —Algún día... quisiera experimentar lo mismo—

Yo la miré y le dije —Pues... ¿Sabes algo? En el barco hacen falta más mujeres que me ayuden, y... necesitamos alguien de buenas habilidades culinarias ¿Qué dices, sempai?—.

El fénix y la rosaWhere stories live. Discover now