Impel Down

13 0 0
                                    

Durante la noche, nadie se dio cuenta de cuándo me fui en uno de los botes del Moby Dick, pero debía hacerlo, tenía una sensación extraña en el pecho, algo me llamaba a ir allá, no sé el qué, pero algo me decía que tenía que ir a Impel Down por mí misma.

Entrar no fue fácil, de no ser porque esos marines acompañados por la Emperatriz del mar entraron a la prisión yo no habría podido hacerlo "Bien, ahora ¿Dónde estará Ace?" pensé mientras me infiltraba por debajo de ellos, en el puente.

Gracias a Alá los marines sólo le prestaban atención a Boa Hancock y pude meterme en el edificio sin ser detectada, usando mi kagune para subir al techo y evitar los den den mushi de vigilancia que alcanzaran a ver.

Los seguí por encima un buen rato hasta que metieron a Boa Hancock en una habitación privada, entonces escuché que ella quería visitar a Ace, no sabía para qué, pero la única opción viable ahora para encontrar a mi esposo era seguirla para evitar problemas.

Cuando salieron de ahí, seguí sus pasos por arriba, cuidando no ser vista, esta vez no traía mi máscara puesta, sólo llevaba encima mi viejo traje, y no tenía tiempo para ponerme la máscara.

Se subieron a un elevador de piedra que se veía bastante pesado y se sujetaba con cadenas, en cuanto ellos empezaron a bajar me sujeté rápidamente de la cadena para bajar al mismo tiempo que ellos.

El descenso a través de los pisos tardó lo que se sintieron como eternidades, y durante ese tiempo escuchaba la agonía de los prisioneros: los gritos de dolor y las súplicas por piedad, las súplicas porque acabaran con sus sufrimientos y los asesinaran de una buena vez.

Al menos así fue en el primer piso, en el segundo apenas se escuchaban gritos humanos, pero sí se oían rugidos animales, algunos eran animales que nunca había oído, eran mezclas extrañas de todo un poco.

Seguimos así durante un muy buen rato, y debía admitir que no era agradable, llegó un punto en el que, con cuidado, bajé hacia el techo del elevador y me senté ahí, a espera de que llegásemos a donde tenían a Ace.

Cuando el elevador finalmente se detuvo, usé la vieja técnica del oído que tenían algunos ghouls (recuerdo que Hinami la tenía bien desarrollada), y escuché que llevarían a Hancock a ver a Ace en un momento.

En cuanto oí a todos bajarse esperé a escucharlos lo suficientemente lejos para infiltrarme dentro del cuarto piso, donde hacía un calor infernal, para después seguir sus pasos por encima de ellos de nuevo.

No había usado mi visión desde que llegué aquí, pero no tenía muchas ganas de ver el interior de las personas en esta ocasión y no era necesario, así que descarté la idea.

Esperé por un rato a que avanzaran a donde estaba Ace, y cuando menos lo esperé llegó un hombre que me recordó a un murciélago por su cabello con cuernos, sus orejas puntiagudas, sus alas y colmillos.

Boa Hancock tenía esposas de Kairouseki, supongo que fue una condición para que viniera aquí pero ¿Para qué querría la Emperatriz del mar hablar con Ace? No creo que quiera saber sobre los planes de padre, a ella no le afectarían en lo absoluto...

Preferí dejar de pensar en eso y los seguí al siguiente elevador, me colgué de la cadena que funcionaba como un cable para mover el elevador y entonces volví a usar mis ojos para ver qué hacían dentro del elevador, nadie se movía ahí dentro, parece que sólo hablaban, así que bajé al techo y me recosté sobre él a esperar a que llegáramos.

Cuando el elevador se detuvo, usé mi kagune para seguir en el techo y seguirlos a ellos, agradecía que tuvieran unas extrañas vigas de madera para sostener la estructura del quinto piso, sino no podría simplemente ir encima de ellos sin ser detectada.

Sentía el olor a sangre por todas partes (y creo que no sólo era sangre de los prisioneros), el olor estaba empezando a marearme, pero entonces me llegó el olor de Ace, y pareció que el resto de olores alrededor desaparecieron.

Cuando llegamos a su celda casi suelto un grito que habría sido capaz de delatarme por lo que vi, puse ambas manos sobre mi boca y abrí mis ojos lo más que pude de la sorpresa "Jimbei... ¿Qué hace él aquí?" pensé al ver al gigante azul encadenado como una bestia salvaje a un lado de Ace.

Ambos estaban golpeados y ensangrentados, encadenados y dentro de una jaula impenetrable, vi a los directores de la prisión detenerse frente a su celda, pero no alcancé a escuchar lo que decían, sólo podía suponer que se estaban burlando de ellos, aprovechándose de que no podían atacarlos.

El escándalo que se armó cuando los prisioneros vieron a Boa Hancock fue enorme, por todas partes se escuchaban comentarios bastante denigrantes y desagradables dirigidos a ella.

Sin embargo, empezaron a insultar al director de la prisión, y parece que se molestó en serio, porque se convirtió en una masa de veneno humeante y mortal que atacó a unos pocos prisioneros y los hizo callarse a todos.

Pero debido al escándalo de los gritos de piedad de parte de los prisioneros, no logré escuchar lo que Boa Hancock le dijo a Ace, sólo lo vi reaccionar: su rostro se deformó en una cara de espanto y sorpresa.

Vi al grupo irse de la celda dejando a Ace perplejo y hablando entre él y Jimbei sobre Alá sabrá qué cosa, en cuanto las rejas del elevador se cerraron y los guardias se fueron, me acerqué de prisa a la celda de Ace al ver que no había ningún Den Den Mushi de vigilancia ahí.

Bajé de un salto frente a la celda y me arrodillé frente a ella para ver a Ace a la cara y decirle que estoy embarazada. 

En cuanto mr notó, Ace abrió aún más los ojos —¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste?—Me preguntó de inmediato, entonces las voces de los prisioneros a mi alrededor empezó a sonar de nuevo con comentarios nada agradables —Oh, qué hermosa—Decía uno —Oye guapa ¿no quieres pasar el rato conmigo en mi celda?—Decía otro.

Miré a los prisioneros detrás de mí y dije —Cállense—Mi voz sonaba oscura, siniestra y sin emoción, y saqué mi kagune para atravesar a uno de los prisioneros en la cabeza.

Su sangre salió sin parar y él dejó de moverse rápido, el resto de prisioneros cerraron la boca instantáneamente —Ahora... ¿Por qué Boa Hancock quería hablar contigo? Estoy segura de que no vino a confesar ni preguntar nada—Le dije a Ace.

Él me miró sin decir una palabra —Safi- Júpiter... ¿Por qué viniste exactamente? ¿El viejo te mandó?—Me preguntó serio y preocupado.

Yo negué con la cabeza y miré hacia Jimbei —Si se enteran de que vine aquí... Marco va a sermonearme por, al menos, dos horas—Dije con una sonrisa ladina, pero cambié casi de inmediato a una cara seria —Ace... tengo que contarte algo, es urgente que lo sepas—Le dije mirándolo a los ojos.

Ace me miró con una ceja alzada, a pesar de que se notaba que estaba adolorido —Ace, yo estoy... nosotros—Ahora que lo tenía frente a mí, las palabras se atascaron en mi garganta —¿Por qué es tan difícil decirlo?—Dije riéndome de mí misma.

Cuando finalmente encontré fuerzas suficientes, miré a Ace a los ojos y le dije sin dudar —Ace, estoy embarazada—.

El fénix y la rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora