Inicio de un nuevo viaje

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Andamos por el desierto, bajo el Sol abrasador y a espera de que la temperatura bajara, era más fácil de llevar el frío que el calor, al menos para mí.

Irimi-sempai se había quitado su máscara desde hacía rato, ninguna de nosotras se quejaba por el calor porque sabíamos que podía haber algo aún peor que el calor que sentíamos en ese momento, así que preferíamos el calor a sentir de nuevo el dolor de una pérdida personal o de un quinque.

Cuando algunos de los Mugiwara empezaron a pelearse entre ellos, no me sorprendí, simplemente me acerqué a Irimi y le ofrecí un poco de agua de mi cantimplora, pero ella me mostró la suya en su lugar —Gracias, Júpiter...—Me dijo con una sonrisa.

—Irimi-sempai ¿En verdad crees que Kaneki... haya podido sobrevivir de nuevo?—Le pregunté y ella me miró y me dijo —No lo sé... es posible, tal vez sobrevivió y ayuda en esa organización que ayuda a ghouls o puede que simplemente haya muerto...—.

Eso en realidad no me tranquilizó así que cambiamos de tema, hablando sobre cualquier otra cosa: los buenos recuerdos de Anteiku, los momentos divertidos que pasamos juntos, chicos, algo así...

Evitamos mirar el desastre que hacían a nuestro alrededor, yendo únicamente cerca de Vivi y Nami, lo suficientemente lejos para que ellas no escucharan de qué hablábamos ni nosotras escucháramos de qué hablaban.

No hubo nada nuevo en el viaje, y nos detuvimos en una zona rocosa para empezar a comer.

Debía admitirlo, las habilidades culinarias de Sanji eran excelentes, aunque el café que preparó Irimi siguió trayéndome de vuelta recuerdos de mi tiempo en Anteiku, su sabor tan familiar me llenaba de nostalgia y alegría.

Debo admitir que no presté esencial atención a mi entorno, sólo miraba a Ace sentado sobre una enorme roca, limpiando sus cubiertos y plato después de terminar de comer como si lo hiciera siempre —Qué hipócrita...—Dije con una vena asomándose de mi frente —Nunca lo hizo en el barco de Shirohige, y aquí sí que puede...—.

Cuando Luffy se fue corriendo persiguiendo un trozo de carne y Ace se levantó, Irirmi y yo hicimos lo mismo y empezamos a seguirlo, sólo para percibir el olor de humanos cerca, por lo que olí, eran dos niños de no más de diez años.

Nos detuvimos en un punto, e Irimi y yo nos pusimos las máscaras encima para que los niños no nos reconocieran —Nunca habíamos comido carne en las Badlands—Dijo el mayor de los niños —Eh... ¿ustedes vienen de las Badlands?—Dijo Ace desde la roca en la que estábamos.

Él estaba al frente, agachado y mirando a los dos niños, mientras nosotras lo flanqueábamos en la espalda a ambos lados.

Cuando Ace habló, los dos niños se giraron a verlo con sorpresa —Allá en la región salvaje—Dijo Ace —¿¡Quién eres!?—Preguntó el niño mayor —¡No te devolveremos la comida!—Dijo el más chico.

El mayor de ellos sacó una pistola, pero se veía a leguas que no tenía ni idea de cómo manejarla —¡S-si te mueves eres hombre muerto!—Dijo el niño temblando.

Ace se río —Cosas peligrosas como ésas no me asustan—Dijo Ace —He-hermano ¿la has disparado antes? ¿En verdad saldrá la bala?—Preguntó el niño pequeño a su hermano mayor con temor —¿C-cómo voy a saberlo? E-espera, sólo voy a...—.

El niño mayor empezó a tirar del gatillo —¡Alto!—Gritó el pequeño un momento antes de que su hermano jalara el gatillo y la bala saliera disparada hacia Ace, pero él la desvío con una pequeña piedra, lo cual sorprendió a los niños.

—¿Qué fue lo que pasó?—Preguntó el mayor de los dos niños —Dejemos de jugar a juegos peligrosos—Dijo Ace, poniéndose de pie —Los niños buenos deben regresar con su mamá y tomar una siesta—Dijo de nuevo.

El fénix y la rosaWhere stories live. Discover now