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𝗟𝗮 𝘀𝗮𝗲𝘁𝗮 𝗱𝗲 𝗳𝘂𝗲𝗴𝗼

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Heather no sabía muy bien cómo se las había apañado para regresar al sótano de Honeydukes, atravesar el pasadizo y entrar en el castillo.

Heather ya sabía por el mismísimo Dumbledore que Black tenía posibilidades de ser inocente, más él nunca había mencionado de donde salían dichas las posibilidades.

Ron, Hermes y Hermione observaron intranquilos a Heather durante toda la cena, sin atreverse a decir nada sobre lo que habían oído, porque Percy estaba sentado cerca.

Cuando subieron a la sala común atestada de gente, descubrieron que Fred y George, en un arrebato de alegría motivado por las inminentes vacaciones de Navidad, habían lanzado media docena de bombas fétidas.

Heather, que no quería que Fred y George le preguntaran si había ido o no a Hogsmeade, se fue a hurtadillas hasta el dormitorio vacío y abrió el armario.

Echó todos los libros a un lado y rápidamente encontró lo que buscaba: el álbum de fotos encuadernado en piel que Hagrid le había regalado hacía dos años, que estaba lleno de fotos mágicas del matrimonio Potter-Evans.

Se sentó en su cama, corrió las cortinas y comenzó a pasar las páginas hasta que...

Se detuvo en una foto de la boda. James saludaba con la mano, con una amplia sonrisa. El pelo negro y alborotado que Heather había heredado se levantaba en todas direcciones.

Lily, radiante de felicidad, estaba tomada del brazo de James. Su cabello pelirrojo y sus ojos verdes, que habían sido heredados por Charlus, estaban brillosos, a la perspectiva de Heather.

Y allí... aquél debía de ser. ¿El culpable o el inculpado? Heather nunca le había prestado atención.

Si no hubiera sabido que era la misma persona no habría reconocido a Black en aquella vieja fotografía. Su rostro no estaba hundido y amarillento como la cera, sino que era hermoso y estaba lleno de alegría.

Entre sus brazos cargaba a un niño pequeño de unos cuantos meses, brote de cabello pelirrojo, ojos verdes brillantes y con el dedo pulgar dentro de su boca; Charlus.

¿Trabajaría ya para Voldemort cuando sacaron aquella foto? ¿Planeaba ya la muerte de las dos personas que había a su lado? ¿Se daba cuenta de que tendría que pasar doce años en Azkaban, doce años que lo dejarían irreconocible?

𝖧𝖾𝖺𝗍𝗁𝖾𝗋 𝖩𝗈𝗌𝖾𝗉𝗁𝗂𝗇𝖾 𝖯𝗈𝗍𝗍𝖾𝗋Where stories live. Discover now