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𝗟𝗮 𝗻𝗼𝗯𝗹𝗲 𝘆 𝗮𝗻𝗰𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮𝗹 𝗰𝗮𝘀𝗮
𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗕𝗹𝗮𝗰𝗸

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La señora Weasley los seguía muy seria por la escalera.

—Quiero que se vayan directo a la cama, y nada de hablar —ordenó cuando llegaron al primer rellano—. Mañana nos espera un día muy ajetreado. Espero que Ginny ya esté dormida —añadió, dirigiéndose a Hermione—, así que intenta no despertarla.

—Sí, dormida, ya —murmuró Fred por lo bajo después de que Hermione les diera las buenas noches, y siguieron subiendo hasta el siguiente piso—. Si Ginny no está despierta esperando a que Hermione le cuente todo lo que han dicho abajo, yo soy un gusarajo…

—Muy bien, Ron, Hermes, Heather… —les indicó la señora Weasley cuando llegaron al segundo rellano, señalando su dormitorio—. A la cama.

—Buenas noches —dijeron Heather, Hermes y Ron a los gemelos.

—Que duerman bien —les deseó Fred guiñándoles un ojo.

La señora Weasley cerró la puerta detrás de Heather con un fuerte chasquido.

El dormitorio parecía aún más frío y sombrío que la primera vez que Heather lo había visto. El cuadro en blanco de la pared respiraba lenta y profundamente, como si su invisible ocupante estuviera dormido.

Heather se puso el pijama, se quitó las gafas y se metió en la fría cama, mientras Hermes, que se había puesto su pijama, escribía algo en un pequeño diario de cuero. Ron, en cambio, lanzaba unas cuantas chucherías lechuciles hacia lo alto del armario para apaciguar a Hedwig y Pigwidgeon, que, nerviosas, no paraban de hacer ruido moviendo las patas y las alas.

—No podemos dejarlas salir a cazar todas las noches —explicó Ron mientras se ponía el pijama de color granate—. Dumbledore no quiere que haya demasiadas lechuzas sueltas por la plaza porque dice que podrían levantar sospechas. ¡Ah, sí! Se me olvidaba…

Fue hacia la puerta y echó el cerrojo.

—¿Por qué haces eso?

—Por Kreacher —aclaró Hermes, dejando su diario en la mesita de noche, permitiendo que Ron apagará la luz.

—La primera noche que pasé aquí entró a las tres de la madrugada —contó Ron—. Créeme, no es nada agradable despertarse y encontrarlo paseándose por la habitación. En fin… —Se metió en la cama, se tapó bien y se volvió hacia Heather en la oscuridad; ésta veía su contorno gracias a la luz de la luna que se filtraba por la mugrienta ventana—. ¿Tú qué opinas?

𝖧𝖾𝖺𝗍𝗁𝖾𝗋 𝖩𝗈𝗌𝖾𝗉𝗁𝗂𝗇𝖾 𝖯𝗈𝗍𝗍𝖾𝗋Where stories live. Discover now