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Por la madrugada, mientras Heather tenía un sueño peculiar, un ruido se hizo presente en la habitación.
El tenue rechinido de la puerta siendo abierta se hizo presente en la habitación apenas iluminada por la luz de la luna que entraba por una ventana.
—¿Qué pasa? —preguntó Heather torpemente a Hermes y Ron, mientras se tallaba los ojos y Ron le alcanzaba las gafas. Agradeciendo que Merlín no estuviera a la vista.
—No podemos dormir —respondió Ron con frustración.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Heather, sentandose en la cama y acomodandose las gafas.
—Percy habla dormido sobre los puntos que se perderan si se comete alguna infracción —respondió Ron.
—Yo iba a la cocina por algo de tomar y me tope con Ron —explicó Hermes.
Antes de que Heather pudiera responder la puerta volvió a ser abierta y esta vez entró una Hermione con cara de pocos amigos.
—¿Conocen la privacidad? —cuestionó Heather, pero fue ignorada.
—¿Ustedes dos que hacen aquí? —preguntó Hermione mirando a ambos chicos.
—No, ¿tu qué haces aqui? —interrogó Hermes entrecerrando los ojos a Hermione, dando inicio a una batalla de mirabas.
Ron y Heather compartierón miradas.
—Bien, eso es... Basta. ¿Qué paso, Hermione? —dijo Heather haciendo que los mellizos terminaran su batalla y que la cara de Hermione volviera a mirarla.
—Las paredes de mi habitación parecen de papel y en la habitación continua hay alguien que ronca demasiado, se me ha ido el sueño —respondió con cierta pesadez.
Heather suspiró—. Al parecer hoy ninguno puede tener un descanso normal —dijo Heather—. Como sea, ajusten sus batas —ordenó, levantandose de la cama.
