16. Aquí llegó tu tiburón

2.2K 403 45
                                    


Capítulo 16: Aquí llegó tu tiburón

Alfredo.

Me quede perpleja al verlo, tenía ropa deportiva y una sudadera, su rostro estaba sudado, sus mejillas sonrojadas, tenía unos audífonos y se quitó uno para mirarme con una ligera sonrisa.

Yo no estaba tan de buen humor.

—¿Qué haces aquí? —pregunté.

Él alzó las manos dando un paso atrás.

—Hey, tranquila, estaba corriendo, te vi y me acerqué a saludarte —dijo— estoy entrenando.

Oh.

Bueno me sentí un poco tonta por mi actitud un poco altanera, pero realmente mi mente era un completo torbellino ahora.

En realidad, desde que rompimos Alfredo parecía un poco más ejercitado y hasta ligeramente más feliz, no sabía si era bueno o malo para mi autoestima... pero me alegraba por él.

—Vale —dije soltando un suspiro—, lo siento.

—¿Estas bien? —preguntó analizando mi rostro descompuesto, parecía realmente preocupado por mí.

—No —admití, que alguien me preguntara que si estaba o no bien cuando tenia un nudo en la garganta era una completa mierda.

Alfredo miró a la casa y luego a mí con algo de comprensión.

—¿Mami que tú quieres? —comenzó a cantar mirándome con una enorme sonrisa.

—Ay no —automáticamente sonreí sintiendo algunas lágrimas desbordar de mis ojos cuando él comenzó a bailar y gritaba:

—¡Aquí llegó tu tiburón! —se volteó y comenzó a mover el culo— Yo quiero perrearte y fumarme un blunt. Yo quiero perrearte, perrearte, perrearte...

Comencé a reírme como una completa lunática y es que cuando estaba con Alfredo, él siempre hacia eso cuando estaba nerviosa o asustada por algo, siempre me hacía reír más cuando comenzaba a mover el cuerpo de esa forma que en él lucia graciosa.

Que quisiera verme reír cuando estaba mal, me hacía entender que aún seguía amándome, tal vez no de la misma forma, pero sí con el mismo cariño, porque siempre fuimos amigos.

Cuando terminó de bailar, me miró, solo en ese momento me di cuenta de algo muy importante.

Tal vez cometí un grave error en casarme guiándome por el corazón y mis emociones, pero no por mi mente y mi tranquilidad; con la persona que jamás pensaría en hacerme daño; Alfredo.

«No, basta Paola, estas actuando desde tu corazón roto».

—Yo... Debo irme ¿bien? —dije, no quería hacer o decir algo que solo lo ilusionara y lastimara más que la ultima vez que le rompí el corazón.

—¿Quieres que te acompañe? —preguntó.

En realidad, era una buena venganza a Ramson, pero... Yo no era así, no iba a pagarle con la misma moneda.

—No —suspiré—, pero gracias.

Compartimos una ligera sonrisa un poco incomoda y me monté en mi auto para irme a un hotel, solo necesitaba que este día acabara, quise escribir, pero mi mente turbada no me dejaba, solo me acosté con la mirada fija en el techo pensando en Ramson, ¿y si era él el que me hacía todo esto? Las llamadas, las alucinaciones... todo lo hizo él aquella vez que nos estábamos conociendo.

«Recuerda que te golpeaste la cabeza en la luna de miel».

De repente me volteé y fruncí el ceño mirando a la venta, ¿Por qué estaba molesta?

Ahora no podía recordarlo, todo estaba en blanco.

Maldita sea.

Pero sabía que tenía que ver con Ramson.

No, esto era demasiado para mi poca cordura.

Creo que era momento para darme un tiempo para mí y mi salud mental, así que tomé mi teléfono y aparte una cita con el psicólogo y un neurólogo, quería prevenir cualquier cosa que estuviera fallando en mi cabeza.

Dos semanas después.

Llamadas, mensajes, y todo lo que Ramson intentara hacer para contactarme iba a la lista negra de mi teléfono para evitar contestarle, porque estas dos semanas habían sido exclusivamente para mí y mi salud mental.

El neurólogo me dijo que tenía un tumor en el cerebro que posiblemente por la caída que había tenido había comenzado a afectarme, era un tumor muy grande, en un lugar inoperable, así que solo podía estar bajo tratamiento para intentar disminuir su tamaño, pero me dijo que era poco probable que sobreviviera con eso más de 3 años.

Que me dijera que me iba a morir cuando toda mi vida estaba desmoronándose, entonces era la cereza del pastel.

No hubo día o noche que no llorara, el psicólogo me orientaba a tener paz mental, enfocarme en cosas que me gustaran y así volver a creer en mí y en mi capacidad de ser autosuficiente, volver a amarme porque en el proceso de angustia y preocupación por la situación con Ramson, estaba perdiéndome.

La vida era una galleta, tan frágil que podía destruirse en un segundo, desmoronándose en miles de pedazos inservibles.

Al menos ahora me sentía un poco más renovada y algo triste, pensando en el tumor de mi cerebro, eso era probablemente lo que me hacía alucinar con las sombras y cosas que no estaba ahí, pero las llamadas y las notas ya eran otra cosa...

Así que aquí estaba, luchando con personas que querían enloquecerme y con mi propia mente.

Al menos ahora los zarcillos no habían vuelto a aparecer así que creía que estaba mejorando o que el Padre que rezo por mí, de algún modo había quitado la maldición.

Solo esperaba que no volvieran a aparecer.

Ya me sentía más lista para hablar con Ramson, así que manejé a nuestra casa y me detuve en seco enfrente cuando vi a una mujer salir de ahí, la reconocí enseguida.

Era Antonietta.

Saliendo de mi casa.

Apreté con fuerza el volante y casi boté humo de las orejas, ¿cuán descarada podía ser por traer todas estas inseguridades a mi vida?

Ya, era hora de enfrentar esto.

Me bajé del auto como olla de presión a punto de explotar y fui directamente hacia ella.

¡Él se metió a mi Wattpad! (Libro 1y2) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora