Miedo

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Narra Jimin

Tres días...
Tres eternos días habían pasado ya desde que Jungkook se había marchado a otro país. Si bien los frutos de ese viaje eran positivos y a él se le notaba feliz en cada llamada que compartíamos, yo lo extrañaba horrores y me convertía en un total egoísta queriendo que dejara todo ese asunto de los negocios y volviera a mí con la misma urgencia que sentía yo por él.
Su lejanía me ponía ansioso.

Por lo pronto mis horas estos días permanecían ocupadas organizando todo para la cena en honor a su cumpleaños.
Algo que me alegraba era que contaba con la ayuda incondicional de Tae y Hoseok, pues mí fiel amigo se había instalado en nuestro departamento y por ende Hoseok también. Esos dos no perdían oportunidad para estar todo el día uno encima del otro. Así es como la mayoría del tiempo estaban revoloteando por aquí y por allá, acabando con el silencio que reinaba en este lugar.

Estaba despierto observando babear a mí mejor amigo cuando el recordatorio de mí cita con el terapeuta interrumpió mí divertida tarea.
Jungkook se había encargado a la distancia de dar inicio con sus sesiones de terapia. Él lo había prometido y yo estaba feliz de ver el verdadero interés por lograr que lo nuestro funcione. El primero en pisar ese consultorio sería yo, pues el profesional que llevaría su caso quería tener una entrevista primero conmigo y luego  dedicarse a él de lleno.
Obviamente que acepté.

Y así inicié mí día...

No quise despertar a Tae tan temprano. Así que me deslicé en la cama en el más absoluto silencio y lo primero que hice fue meterme en la ducha, para luego bajar y preparar el desayuno.
Escribí una nota para recordarle a mí amigo sobre la cita con el terapeuta y se la dejé sobre la bandeja con todo listo.
Él no tardaría en despertar.

Salí del edificio encontrándome con un día precioso. El Sol brillaba en lo alto, y si bien el viento otoñal ya se hacía sentir, decidí caminar unas cuadras antes de subirme a algún taxi que me llevara a mí destino.

Respiré profundo cuando la suave brisa golpeó mí rostro...
Me sentía bien.
Respirar un poco de normalidad y calma le hacía bien a mí cuerpo, pero sobre todo a mí mente.
La gente hoy parecía más feliz que de costumbre...¿O sería que yo lo estaba? Quizás era simplemente eso.
Hoy era su día... El primer día de septiembre, el cumpleaños de mí gran amor, de aquel hombre que en apenas meses revolucionó mí vida y esperaba poder compartirlo junto a él y a nuestra Hanna.

—Llegará... —susurro acariciando mí vientre—. Él lo prometió.

—¿Señor? —una dulce voz interrumpe mis pensamientos y volteo para ver de quién se trata.

—¿A mí? —pregunto confundido.

—Si... Disculpe. —se me acerca tendiendo una papeleta—. ¿Puedo darle esto?

—Claro... —tomo el papel de sus manos.

—Estoy buscando empleo...—comenta con una sonrisa decorando sus labios—. Soy nueva en la ciudad y la verdad necesito con  urgencia trabajar en lo que sea.

—Lo entiendo...

—Si usted sabe de alguien que necesite mis servicios se lo agradecería... —parece simpática.

—Claro, lo tendré en cuenta —menciono guardando el folleto y sin decir nada más ella se retira y sigue repartiendo los papeles.

El sonido de una llamada entrante acabó con mí meticuloso escaneo.
Y al comprobar de quién se trataba toda mí felicidad se vió multiplicada.

—Hola Jungkookie... —esperar la suave caricia de sus palabras cada día eran mí consuelo—. ¡Feliz cumpleaños!

—Gracias cariño... —su adormilada voz dejaba en evidencia el cansancio acumulado tras horas y horas de arduo trabajo en el exterior—. ¿Cómo estás?

Contrato de amor •|Kookmin AU|•Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu