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Taehyung comprime sus labios con fuerza y aprieta el teléfono celular contra su oído cuando la inesperada petición abandona la boca de su suegra.

Su propia boca se abre ligeramente con la intención de dar una rotunda negativa, no obstante es incapaz de pronunciarla porque, aunque ciertamente todavía está resentido con el abuelo Min por faltar a su promesa, es imposible que su corazón no se agite ante la perspectiva de que esté realmente mal y no solo fingiendo como otras tantas veces.

Es por esto que a pesar de que lo que menos le apetecía era salir de casa, el peliazul se escuchó a sí mismo aceptando ir a ver al "viejo zorro".

Tras colgar con un pesado suspiro, se dispuso a preparar una bolsa con ropa, pañales, leche, medicamentos y uno que otro juguete de Horin. Lo más probable era que no le hicieran falta ninguna de esas cosas -a excepción de la muda extra de ropa porque Dios era testigo de la facilidad con la que su pequeña terminaba embarrándose de cualquier cosa- pero prefería andar prevenido en todo lo que Horin respecta.

Terminó de recoger y tomó un taxi con destino a la mansión Min.

***

--¿No cree que el papelito del moribundo está muy gastado ya? -es lo primero que dice nada más entrar a la recámara del patriarca Min, sonriendo de forma insolente cuando el aludido le devuelve una mirada que denotaba sorpresa y curiosidad a partes iguales.

--Así que lograron convencerte. -el abuelo dice con cierta melancolía en la voz, dedicándole una sonrisa tenue --Le ordené a la exagerada de mi hija que no te obligara venir a verme.

Taehyung no responde nada ante esto, simplemente entorna la mirada, intentando descifrar mediante los gestos y expresiones adversas si se trataba o no de otro más de sus engaños.

Nada.

No podía ver nada más que sosiego y conformidad en la faz adversa, lo cual no debería ser inusual tratándose de un hombre en sus ochenta y tantos años que había vivido a plenitud su vida.

Debería ser normal, pero no lo era. No cuando se trataba del abuelo Min, aquel que era dueño de una mirada vivaracha y una personalidad tan burbujeante que te hacía pensar que probablemente viviría una eternidad.

El hombre que tenía delante se veía apagado, como si la chispa que caracterizaba su esencia misma se hubiera simplemente extinguido. Este pensamiento provoca una repentina agitación en el peliazul.

--Nadie me ha obligado a nada. -aseguró, acercándose hasta la cama donde reposaba el mayor --Estoy aquí por decisión propia.

--Así que ya no me odias. -musita con un lejano toque de humor en sus palabras.

--Tampoco he dicho eso.

El veterano hombre ríe por lo bajo ante la descarada sinceridad del menor y le dedica una mirada apreciativa.

--Había extrañado verte. -confieza con solemnidad, sosteniéndole la mirada.

--Que raro. Juraría que lo estaba pasando de lo lindo con las visitas de su adorado Jimin.

--Ah, el pequeño tomatito. -su tono denota pesar --El idiota de mi nieto se las arregló para arruinarlo todo.

--¿En serio esperaba que su relación funcionara cuando prácticamente los manipuló para casarse?

El abuelo niega mientras traga pesado, esquivando la mirada inquisidora sobre él.

--Tanto esfuerzo para nada. -se lamenta en un susurro bajo --Estoy demasiado viejo y cansado para empezar todo de nuevo.

Mi Inocente Doncel 《HopeV》Onde histórias criam vida. Descubra agora