29. | Detrás de la puerta

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Phoenix, Arizona
15 de febrero

Volaron a Phoenix ese mismo día.

Después de la sorpresa general, habían descubierto que la situación no era tan mala como creían. Los Reiss estaban casi acabados, incluso antes de aliarse con Marley se mantenían ocultos porque sabían que en un combate directo contra los Ackerman no sobrevivirían. Lo único que los había mantenido con vida hasta ese momento era su escondite.

Y ahora Kenny había descubierto ese escondite.

El momento no era el mejor; y como bien había refunfuñado Hange, no debía haberse llevado el yet. Pero en sí la situación no era la peor: si bien su tío había sido egoísta al abandonarlos sin dar ni una sola explicación, lo más probable y conociendo a Kenny, es que destruiría a los Reiss y todo terminaría en una carnicería. No por nada se había llevado a 40 hombres.

Eso no quitaba que tenían que alcanzarlo. Sienna no sabía que es lo que encontrarían o si su tío se dignaría a mostrarse arrepentido por todas las molestias que les estaba causando. Levi había dicho que se lo llevaría a rastras de ser necesario, y nadie tenía dudas de que así sería.

Probablemente llegarían tarde. Kenny les llevaba un día entero, sino más de ventaja. Pero al menos podrían reunirse con él y de paso hacerles perder el rastro a la policía.

Jean les facilitó un yet para volar hacia Phoenix, pero les advirtió que no les serviría para llegar a Tokio ni salir de Estados Unidos. Necesitaban alcanzar a Kenny y recuperar su yet, y luego largarse lo más rápido posible del país.

Tuvieron que tener cuidado al entrar en Arizona, pasar todos los protocolos de seguridad y sobornar a un par de policías. Hange y Moblit se encargaron de alquilar una camioneta con espacio suficiente para que cabieran todos y Historia atada en el maletero.

En algún momento de la tarde, cuando en el rastreador ya no aparecían más señales de movimiento y el camino se iba tornando cada vez más despejado, Sienna se asomó a la maletera. Le dirigió una mirada larga a Historia.

— En serio te creí cuando dijiste que no sabías dónde estaba tu padre. — masculló con molestia, teniendo cuidado en que ni Levi ni nadie más escuchara.

La rubia tardó en responder.

— Mi hermana vive en Phoenix. — susurró — No mi padre.

Sienna frunció el ceño, confusa.

— ¿Pero tu hermana no estaba muerta acaso?

Historia la acribilló con la mirada, movió la cabeza hacia un lado, ignorando a Sienna.

Ella soltó un suspiro antes de volver a acomodarse en su asiento, justo entre Mikasa y Eren. Jean estaba sentado al otro lado de la ventana, de modo que los cuatro estaban apretujados en los asientos traseros de la camioneta. Incómodos a más no poder.

— ¿Una rehén poco cooperativa? — murmuró Eren haciéndose a un lado para darle sitio.

— Me odia. — masculló Sienna.

— Tú la odias a ella. — le dió una sonrisa cansada. Sienna frunció el ceño.

— No la odio. Solo... solo.. — negó con la cabeza.

Tal vez si la odiara, después de todo.

Volteó a ver a su hermana, pero estaba dormitando sobre el hombro de Jean, que a su vez estaba entretenido con algo en su móvil.

Sienna apretó los labios, buscó la mano de Eren y la apretó casi de forma insconciente.

— Solo quisiera que todo se terminara de una vez...

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